Divorcio sin acuerdo... Cuando decidir cambiar es más que una salida. Abogadas. Mujeres Valientes.

Divorcio sin acuerdo… Cuando decidir cambiar es más que una salida

Divorcio sin acuerdo... Cuando decidir cambiar es más que una salida. Abogadas. Mujeres Valientes.

Ella siempre fue la mala de la película. La mujer que, con una vida ya construida, en la madurez de sus años, decidió dejar a su marido por otro, echarlo de casa, y empezar de cero.

Siendo él un hombre trabajador, entregado a la causa de que a su familia no le faltara de nada, no es de extrañar que a sus familiares y conocidos les impresionara la noticia.

Y la verdad es que, en nuestro despacho, casi la veíamos como una mujer, un poco de hielo, y un poco de hierro, porque cuando le dábamos malas noticias, no se le movía ni un pelo, no había expresión de angustia o miedo en su cara, ni tan siquiera un parpadeo de sorpresa.

Llevábamos algunos años trabajando con ella, porque lo que empezó como un divorcio terminó siendo un montón de casos, que se iban amontonando en nuestro despacho

Recuerdo perfectamente esa llamada. Tenía que hacerla obligatoriamente, porque el banco no daba un respiro, y estaba a días de celebrar la Audiencia Previa del procedimiento por el que la entidad pretendía quitarle su casa.

Y fue entonces cuando ocurrió. Cuando le dije que no podíamos hacer mucho más, sólo intentar ganar tiempo, y buscar dinero por debajo de las piedras para que el banco cediera.

Al otro lado de la línea escuché un suspiro, y a continuación un llanto desconsolado, que no sólo la quebraba a ella, sino que me removía a mí, que la oía sentada en la silla de mi despacho, unos sentimientos inexplicables, una mezcla de ternura y de tristeza, y un ápice de sospecha, de que allí pasaba algo que se nos estaba escapando.

Colgué inmediatamente y llamé a María José Mateos, mi compañera, para decirle que algo no andaba bien

Pizpireta como ella sola, me dijo que al día siguiente nos veríamos las tres, fuera del despacho, y que no nos moveríamos de allí hasta llegar al fondo del asunto. Y así fue como, con un café, ella empezó a soltar todo lo que llevaba dentro.

Resulta que su idílico matrimonio, era en realidad una manzana envenenada, casi desde el principio. Que la vida de ama de casa que había llevado siempre, ni siquiera era una elección suya, sino que fue una imposición de su marido, porque él no podía atender la casa y los niños, los roles tradicionales estaban ahí por algo, no había necesidad de llevar otro sueldo a casa.

Pero no se trataba de eso, sino de crear alrededor de su mujer un mecanismo de control, no sólo económico, sino de su vida entera

 

Ella ni tan siquiera podía ausentarse un rato por la mañana, porque él la llamaba desde el trabajo a todas horas, y si no estaba en casa, las llamadas y mensajes eran aún más insistentes, para preguntarle dónde estaba, con quién, e incluso para asegurarse de que en casa estuviera todo hecho, pues él no quería llegar y encontrarse con aquello patas arriba.

Resulta que fueron años y años aguantando en casa un verdadero monstruo, que nunca jamás fue al colegio de sus hijos, aunque no trabajara y estuviera en casa, ni al pediatra, ni a extraescolares, ni a ningún otro sitio, porque eso era tarea de ella.

Recuerda a la perfección los momentos en los que necesitó hacerse un tratamiento médico en la rodilla, y él se negó a acompañarla al hospital, así que hizo el desplazamiento de casa al hospital, en una localidad distinta a la suya, y vuelta, en moto, con una pierna inservible, y jugándose la vida en la carretera. Al volver, el no le preguntó nada acerca de la intervención.

Así que crió a sus hijos sola, y cuidó de ella misma como pudo, ocultando a todos lo que vivía en casa, con un marido que iba del trabajo al sofá y viceversa, y que ni siquiera la dejaba tener libertad sexual.

Es duro leerlo, pero es aún más duro oír de sus labios como él la obligaba a mantener relaciones sexuales…

… y ella cedía, muchas de las veces llorando mientras el se descargaba sobre su cuerpo. Eso era ella para él, un objeto más, una posesión con la que podía hacer y deshacer a su antojo. Tanto es así que incluso le ofreció a un amigo del matrimonio tener sexo con ella a cambio de dinero para saldar unas deudas. Porque en su mente de monstruo, él ya trabajaba, y ella no traía nada a casa.

Cuando empieza a ver cómo le pasan los años en la prisión que es su casa, decide que tiene que hacer algo, para poder poner fin a su condena, y empieza a montar un negocio pequeñito, aún sin el visto bueno de su marido, que sólo pasaba por el para que ella, que ya no podía ponerle el café en casa, se lo sirviera allí.

Y es entonces cuando conoce a otro hombre, que la mira como nunca la miró su marido, y la hace sentir merecedora del cariño y el respeto que su pareja nunca le profesó. Y su marido se da cuenta, y empieza a pasar del sentimiento de posesión al de odio por lo que considera una rebelión inmerecida.

Cuenta siempre de ella que se fue con otro hombre, pero no cuenta cómo él se iba de casa casi dos horas antes de que empezara su jornada laboral, para estar con otras mujeres. Será porque piensa que ella era tan tonta que nunca se percataría del asunto.

El divorcio supuso también un calvario para sus hijos, pues el padre se desinteresa de todo lo que no sea pasarles la mísera pensión que le toca

No hace por verlos porque claro, están apoyando a su madre, cuando debería ser al contrario, y sólo se están enterando de la mitad de la historia, que es la que ella les cuenta. Además mantiene que son sus hijos quienes tienen que verlo e interesarse por él.

Tanto es así que, teniendo a su hijo mayor en la otra punta del pasillo del Juzgado, por un procedimiento en el que él metió a su ex mujer, no le dirige ni tan siquiera una mirada. Cualquier muestra de cariño y apoyo a su madre es una afrenta personal hacia él.

La noche que se fue de casa, fue aquella en que le puso la mano encima

Ella estaba descubriendo de nuevo el amor junto a otro hombre, y sólo pensar en estar en la cama con su marido hacía que se le revolviera el estómago.

Pero él tenía ganas de desahogarse, y cuando ella se negó, intentó forzarla hasta el punto de ponerle la mano encima. Y ese fue el punto final a su matrimonio. Ella recuerda que, al salir de casa, él le dijo que tenía que verla hundida en el fango arrastrándose hacia él.

Y eso es lo a lo que se dedica desde que ella decidió que se había acabado. Sabiendo que tras el divorcio, ella se quedaría con una mano delante y otra detrás, pues el negocio había tenido que cerrarlo, y con una edad ya avanzada para buscar trabajo, dejó de pagar la hipoteca, y con ella todos los préstamos que el matrimonio había contraído.

DIVORCIO SIN ACUERDO… CUANDO LA REALIDAD ES UNA PURA TRAGEDIA

Y así es como empezaron a llegarnos los casos que nos traía al despacho. Su ex tiene claro que con su nómina, más bien corta, poco pueden reclamarle, más allá de un embargo pequeño en la nómina, con el que dice a boca llena, que puede vivir, así que está deseando que el banco le quite la casa en la que vive con sus hijos, y con respecto a lo demás, como la que fue su suegra es avalista, ya se ha encargado de decirle que lo pague ella que para eso lo disfrutó su hija con él.

Incluso ha estado procesada porque su regalo de las últimas navidades, el que le hizo su marido, era robado, y cuando la policía descubrió el pastel, y los requirió a los dos, la llamó para decirle que por mucho que se estuvieran divorciando, tenían que declarar lo mismo, que no sabían nada del asunto.

No hace falta que os diga que cuando él declaró, afirmó que eso era de su mujer, y que él no había tenido nada que ver en la compra, traicionando, no sólo el pacto que habían contraído, sino la verdad.

Por ahondar un poco más en la mísera mente de este hombre; hace unas semanas nos enteramos en el despacho de otra noticia terrible, que tuvimos que ponerle por delante a nuestra clienta, ya más amiga que otra cosa

La historia para no dormir es la siguiente. Este señor, con lágrimas en los ojos, no tiene reparo en contar que un señor ha acudido a su trabajo para decirle que ha estado en su casa, manteniendo relaciones con su mujer en su cama, y le ha mostrado como prueba fotos de ella desnuda.

Pero no es esa la verdad. Lo cierto es que ese señor, es su amigo de hace años, y están usando esa patraña para tener una excusa y difundir fotos de ella desnuda. Fotos que él ha guardado durante años, para sacarlas ahora, con el único objetivo, y para esto hemos tenido que indagar, de que sus hijos oigan en la localidad la historia de cómo su madre se acostaba con otro hombre. Evidentemente es un tema sobre el que estamos tomando las medidas oportunas.

Ahora creo que veo el asunto como un poco más de perspectiva

 Lo cierto es que a veces, crees que conoces a una persona y, de repente, hace algo que te sorprende. En este caso, el punto de inflexión fue, ciertamente, oírla llorar al otro lado de la línea. Yo pensaba que conocía bien a mi clienta, y que simplemente era una mujer que había encontrado el amor en otra persona, y había decidido, con total libertad, darle rienda suelta a lo que sentía, aunque hubiera ciertos daños colaterales, entre ellos su marido.

Por eso, pensaba que todas las noticias que le dábamos le llovían sobre mojado; porque estaban dentro de su cálculo de probabilidades cuando dio el paso hacia su nueva vida.

Vaya por delante, que soy una defensora a ultranza del amor, y que de haber sido así, yo nada habría tenido que decir. Ahora, me doy cuenta de lo limitado de mi visión, de lo rápido que juzgamos a las personas, y por qué no decirlo, de lo equivocada que estaba.

Esa mujer que tenía delante no había dejado a su marido por otro. Simplemente, se había dado cuenta de que su vida no era normal, que existía otra realidad, y que tenía derecho a vivirla.

Y esta, por qué no decirlo, es mi humilde forma de disculparme

Fijaos que ayer le contaba que hablaría de ella en este artículo, y aún me decía que no lo merecía, que ella no es una mujer valiente.

Y tal como le dije ayer, espero que cuando me lea, y vea su vida negro sobre blanco, se dé cuenta de lo crudo de su historia anterior, de lo dulce que le toca ya vivir y, sobre todo, de que, no me digáis que no, ella es, de principio a fin, una MUJER VALIENTE.

Tamara Huelga Gutiérrez
tamara.abogados.h@gmail.com
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