Desgaste por empatía o síndrome de fatiga por compasión. Mujeres Valientes

Desgaste por empatía o síndrome de fatiga por compasión

Desgaste por empatía o síndrome de fatiga por compasión

 

Cuando la empatía te supera y no cabe en ti el dolor de los demás

 

En consulta: Siempre atenta, siempre dispuesta y preocupada. Pendiente, en ALERTA. Siempre con las palabras adecuadas, manejas los silencios, saber arropar el alma y darle respuesta al dolor. La gente lo sabe, nota que desprendes confianza, comprensión. Notan que no juzgas y que eres capaz de sentir el dolor ajeno y por eso acuden a ti en busca de consuelo y esperanza.

Pero hoy estás cansada, triste y ni siquiera encuentras las palabras que deberías de estar diciéndote a ti misma en este momento. Solo tienes ganas de estar en silencio y de arropar tu dolor, ese ante el que nunca te has permitido detenerte y que ahora te sobrepasa. Porque querida amiga, mujer valiente, siento decirte que el dolor no resbala. El dolor anida.

Despeinada, vestida de una forma que no te representa y  con los labios por pintar a una hora poco frecuente. Llegas a casa después de nuestra sesión, después de haber hablado de la importancia de decir No a tiempo, después de hablar de las personas vampiro, de la toxicidad de las palabras dulces que te piden exclusividad, a pesar de que dejes de estar para ti misma.

Llaman a tu puerta, deberías respetarte, deberías quedarte en tu sofá, seguir acunando tu alma, dejar que tu dolor asiente, encontrar el sentido. Pero decides faltarte el respeto y no ponerte en valor ni a ti misma ni a los que intentan cuidar de ti (siento la dureza).

Abres la puerta, a media hoja, como si la muerte necesitase más de una rendija para darse paso. Abres la puerta y el no poder más, anida en tus mejillas, se refleja en tus ojos y ella VOMITA. Te habla de sus miserias  y de sus desgracias. Te habla de lo poco acertada que está siendo la vida con ella y allí estás tú frente a frente con tu dolor y además lidiando con el que no te corresponde.

Intercala frases como: ¿Estás bien? ¿Te pasa algo? Pero no le importa, necesita que no desconectes y que sigas enganchada a ella, come de ti, que como tantas veces te he dicho, y esto es muy diferente a necesitarte.

Ahora dime para que yo te entienda, por qué sigues estando para ella cuando hay personas que te necesitan. Ahora dime, para qué yo no te juzgue, por qué si hay personas que necesitan sentirte libre, tú te dejas enjaular en el dolor ajeno. Ahora ven y dime.

Quiero que sepas que no eres egoísta si hoy no decides escucharla. Que no eres egoísta si te niegas a ayudar cuando, no eres capaz de hacerlo ni contigo misma. Recuerda que su victimismo, que esta forma de interpretar la vida que, ella elige de forma consciente, no es más grande que tu dolor ahora. .Ojalá y en adelante este sea tu LÍMITE.

Charles R. Figley, profesor universitario y especialista, en muchas áreas relacionadas con la mente y el comportamiento humano. En 1971, y tras estudiar los efectos de la guerra del Vietnam en médicos y personal sanitario, acuña el término “desgaste por empatía o síndrome de fatiga por compasión”.

El síndrome de fatiga por compasión describe los sentimientos de culpa y tristeza que en aquel momento experimentaban los profesionales sanitarios que atendían en la guerra de Vietnam. Éstps se manifestaban en forma de impotencia por no haber podido salvar o ayudar a las que atendían en ese momento.

 

Figley describe a la perfección ese sentirse sobrepasada debido a la sobreexposición empática

 

Pero ¿Puede hacer enfermar la empatía? A priori podemos pensar que la empatía se presenta en el ser humano como una virtud. Esa capacidad de ponerse en el lugar del otro, e incluso de llegar a sentir el propio dolor o la esperanza más infinita, como parte de nosotros mismos, pero ¿Qué es la empatía?.

En términos generales, la empatía podría definirse como la capacidad de detectar, identificar y saber responder a lo que la otra persona siente.  Se trata de una conexión que te permite identificar necesidades y saber darle respuesta de forma adecuada.

La empatía es esa capacidad que te permite experimentar las emociones del otro de forma objetiva, llegando casi incluso a sentirla en tu propia piel.

Las personas empáticas, suelen poseer la capacidad de detectar e identificar con facilidad las emociones ajenas, incluso cuando la propia persona no es capaz de expresarlas de forma adecuada. Se trata de personas intuitivas y con capacidad de leer más allá de lo que se ve a simple vista.

 

Poseen una actitud abierta siempre respetando los límites del otro

 

Se trata de personas que no se dejan envolver por sus expectativas o ideas preconcebidas, alejadas de los juicios de valor. Ponen en valor a las personas con las que se relacionan y practican la escucha activa. Uno de los principales rasgos que definen a las personas empáticas es la capacidad de mostrar su vulnerabilidad sin la necesidad de sentir miedo a causa de esa sobre exposición.

La empatía se encuentra estrechamente relacionada con el altruismo, la contribución o el sentimiento de utilidad y la cooperación de unos individuos con otros en una sociedad organizada.

Pero la empatía es un arma de doble filo y esto sucede, cuando el dolor de la otra persona se convierte en la tuyo propio, cuando las personas tienden a absorber el dolor que no les corresponde.

¿Pero cómo sabemos que hemos sobrepasado el límite de la virtud? A través de una sintomatología específica:

  • La reexperimentación. Esa rumiación que te invade la mayor parte de tu tiempo con relación a experimentar los mismos sentimientos que, la persona que ha compartido su dolor contigo. Emociones que experimentas una y otra vez de forma reiterada, independientemente de donde estés o de lo que hagas.
  • Embotamiento afectivo y evitación. Hay un punto en el que el dolor es tan saturante y abrumador que la mente humana se distancia de la propia realidad del individuo. Se trata de un mecanismo de supervivencia a través el cual el dolor “te pone fuera” para que puedas ser capaz de seguir adelante.
  • Anestesia emocional. La anestesia emocional, se parece a un tarro lleno de arena. La arena simboliza a todos esos acontecimientos que nos provocan dolor en exceso. La arena se amolda a cada imperfección o recoveco del tarro de cristal, hasta llegar al borde y como de forma inmediata algo se activa en lo más profundo de nuestro ser, dejamos de sentir cuando estábamos sintiendo que nuestro dolor estaba llegando al tope.
  • Hiperactivación que se refiere a un estado de activación y alerta de forma permanente.

 

Pero ¿Esto tienen remedio? ¿Qué podemos hacer si nos identificamos formando parte de situaciones como estas?

 

Si eres profesional de la atención a personas en todas sus vertientes, es importante el trabajo en prevención para que la sobreexposición a los cuidados de las personas, no provoque este tipo de desgaste.

Independientemente de que seas profesional o que se trate de que simplemente de que tu forma de ser te predisponga a ser empática, es muy importante el autocuidado, en lo que se refiere a manejo del estrés, mejora de las habilidades comunicativas y gestión emocional.

Igual de importante es la autoconciencia o ese saber hasta dónde podemos llegar para ser capaces de establecer límites saludables, que no es más que actuar con sinceridad y desde la empatía decir LO SIENTO, PERO  DENTRO DE MI NO CABE TU DOLOR.

 

Ojalá y te hayas sentido identificada, ojalá y estas palabras te hayan removido el alma

 

Esa madre a la puerta del colegio, ese compañero de trabajo, esa amiga de tu amiga… Esa persona de tu entorno, que necesita de ti para seguir adelante aunque te deje devastada. Ojalá y este relato te zamarree para que sepas decir un NO rotundo sin excepciones.

 

Rocío Fernández
rfernandez.diaz87@gmail.com
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