20 Dic Personas tóxicas o cómo cerrar el año con nuestra valía intacta

Transgresor, sin edulcorar, directo y reticente, de esta forma presento este artículo en Mujeres Valientes.
Un día cualquiera, en un sitio cualquiera, dos personas corrientes…
– ¡Puaffffff qué asco de vida!
– ¿Pero estás trabajando?
-Sí, pero todo es un asco
– ¿Y la salud?
– Bien, estoy bien. Pero ¡Qué asco de vida!
– Pero… ¿Y tu familia?
– Bien, ellos están bien
– ¿Sigues con Lucía?
– Sí, ella en fantástica…
(Pensativa y con muchas dudas…)
-¿Entonces cuál es realmente tu problema?
– Ehhhhh… Te dejo que estoy súper agobiado y si supieras la mierda de tarde que me espera: tengo que ir al supermercado, sacar al perro, llamar a mi madre, limpiar y recoger la casa, comprarle un regalo a Lucía…
– Pero…tienes dinero para hacer la compra, una madre a la que llamar, una persona fantástica a la que hacerle regalos, alguien que siempre va a esperarte lleno de amor y ganas y salud para poder disfrutar sin limitaciones de todo eso ¿Cuál es el problema?-
Contenidos
PERSONAS TÓXICAS… ¡NO LAS QUEREMOS EN MUJERES VALIENTES!
El problema es que lo tienes todo. El problema es querida vecina, querida amiga o querida quien quieras que seas, que no tienes una enfermedad que te araña el alma (casi seguro que no la tienes). Ni te falta dinero para esta tarde ir a hacer la compra, ni la llamada de alguien que se preocupa por ti.
Seguramente cuando llueve escuchas el agua desde dentro pero no la sientes desde fuera. Seguramente que antes de que se te calen los zapatos estés mirando escaparates y lo más probable, también, es que mientras otros compran vino Don Simón, tú estás buscando un champán aunque sea corriente para brindar con los tuyos estas navidades (si con los tuyos, con los que están).
La calle está llena de “almas en pena”. Almas errantes, quejumbrosas repartiendo dolor y desgana. Almas sin luz ni propósito, que llegan de repente y te dejan como un ejército poderoso a una ciudad asediada tras una batalla pacífica, de esas en las que solo pelean una de las partes, la parte vencedora.
PERSONAS TÓXICAS… PERSONAS QUE REPARTEN DOLOR Y DESGANA
Y tú aguantas y aguantas hasta que el dolor se instala y aceptas ser utilizada y que no te quieran. Porque (querida amiga, querida vecina o querida quien quiera que seas) quien te quiere, quien te cuida y quien te vela, no viene a llenarte de miserias. Y también de forma paradójica, las almas que más llenas de dolor, estas son las que menos daño hacen ( y viceversa).
¡Ya me entiendes! las ocupatiempo-roba almas-quita alegrías, van a llamar a tu puerta, para pedirte sal, para decirte que no vales (Mujer Valiente), porque tu fuerza asusta y da miedo porque ellos ven que tu coraje traspasa sus miedos al miedo.
Son personas sin empatía, egoístas, manipuladoras y conflictivas, que solo piensan en sí mismas con un victimismo (nivel profesional), para justificar su desamparo y dolor.
Gente que sueltan sapos y culebras por la boca y después si se ven muy forzadas piden perdón y listo. Y si no muestras resistencia simplemente lo sueltan y vuelta a empezar de nuevo.
Les encanta ser, sentir y hacer ver lo mal que los han tratado la vida, como si eso justificase el derramar miseria y penumbre por los que se dejan.
Destructores emocionales a base de sus elaboradas, cansinas y constantes críticas, su derroche del miedo al miedo, la culpa y ese halo de negatividad que van dejando a su paso.
PERSONAS TÓXICAS… DERRAMANDO MISERIA
No construyen; destruyen, no te quieren; se alimentan de ti.
Personas tóxicas. Ellas se acercan sin hacer ruido y para no cambiar. Ellas nunca necesitan cambiar (porque siempre están en lo cierto) y por eso tu siempre estás equivocada.
Su único propósito en esta vida es arrastrarte a su vida de miseria, miedo, conformismo, quejumbre y herranza. Vida dolorosa y pasajera, llena de desgracias y cosas malas (o al menos así es como ellos lo venden.
PERSONAS TÓXICA… SIN RESQUICIO DE DUDA
¿Cómo combatir con estas personas? De forma radical, con reticencia, seguridad sin dejar ni un cabo suelto, ni un resquicio de duda, haciéndonos respetar, decir que no, con convicción y recordándonos siempre que nuestra valía no depende de los enjuiciamientos de la otra persona.
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