09 Mar Vivian Maier, una fotógrafa revelada
Vivian Maier, una fotógrafa para la posteridad
Este mes me voy a centrar en Vivian Maier, una mujer excepcional con la pasión de la fotografía: el arte de la luz surgido a mediados del siglo XIX en Francia, de donde arrancan sus raíces.
De ella, se exhibe una serie de 120 fotografías en blanco y negro realizadas entre los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, además de imágenes en color sacadas en los setenta, así como algunos filmes en super8 rodados también por esta autora estadounidense.
¿Quién era en realidad la enigmática Vivian Maier, trincherada en una existencia anónima hasta su salto a la notoriedad como icono de la ‘Street Photography’? Pues, simplemente una niñera que cuidaba a los hijos de las familias acomodadas, muy solitaria y poco locuaz, reservada, sin parientes ni novios ni amigos, por lo que se la consideraba un poco extraña. Le gustaba el cine, el teatro y las exposiciones, en definitiva era una mujer libre, que evadía siguiendo sus preferencias. De hecho, Vivian se entregó en cuerpo y alma a la fotografía, la practicó con disciplina y usó este lenguaje para dar un sentido más profundo a sus días.
Esta Mary Poppins nació en Nueva York en 1926 y murió en Chicago en 2009. Su legado fotográfico, formado por una enorme cantidad de clichés, fue descubierto en 2007 gracias a la curiosidad del agente inmobiliario, John Maloof. El joven, con la intención de hacer una investigación sobre la ciudad de Chicago decidió comprar en una subasta por 380 $, el contenido de un trastero repleto de objetos de lo más variado, expropiados legalmente a una mujer que había dejado de pagar el alquiler de su vivienda. Entre los varios trastos, Maloof encontró una caja llena de clichés y carretes y tras haber revelado algunos de ellos, publicó las fotos en Flickr, que obtuvieron gran aceptación, un éxito que le indujo a buscar a su realizadora. Descubrió que Vivian no tenía familia, que había trabajado toda la vida como ‘nanny’ en Chicago y que se distraía en sus días libres y vacaciones inmortalizando la vida diaria de ciudades como Nueva York, Chicado y Los Ángeles. Hasta tal punto que puede considerarse una precursora del género ‘street photos’ y que, por si fuera poco, se autorretrató muchísimas veces sin mirar directamente hacia el objetivo sino valiéndose de sus reflejos en espejos o lunas de escaparates.
A partir del hallazgo y de la valorización de su legado, Maloof ha ido difundiendo su obra fotográfica –para la que Vivian utilizaba una Rolleiflex y una Leica IIIc– a través de exposiciones itinerantes, inspirando a la vez la producción de documentales y libros sobre su vida y su trabajo.
Fue una amiga de la madre, la francesa Jeanne Bertrand, fotógrafa de profesión la que le transmitió la pasión por la fotografía. Vivian tenía 30 años cuando llegó a Chicago, con un empleo de niñera en la casa de la familia Gensburg, donde disponía de un cuarto de baño que destinó a cámara oscura para el revelado de sus carretes… y así dio rienda suelta a su intenso hobby, captando escenas que podríamos definir ‘costumbristas’. De 1959 a 1960 su curiosidad la llevó a dar la vuelta al mundo para acabar en Champsaur, la ciudad francesa de su madre. Seguidamente pasó a las órdenes de otra familia estadounidense con niños pequeños y desde entonces dejó de revelar sus clichés para pasar a la fotografía en color con diversas máquinas, entre ellas una Kodak y una Leica. Del 1989 al 1993, se encargó de cuidar a una minusválida mental en otra casa en cuyo desván colocó sus cajas. Con el paso de los años, Vivian se encontró con dificultades económicas y fueron los hijos ya adultos -que ella había cuidado de niños- de la familia Gensburg los que la ayudaron tras una grave caída sobre el hielo, ingresándola en una residencia donde falleció al poco tiempo, sin llegar a saber -ni ella ni los Gensburg- que a causa de los impagos relativos al último trastero alquilado, su contenido (más 2000 carretes de películas, 100.000 clichés, 3000 estampas) fue subastado antes de que John Maloof pudiera encontrarla.
Vivian Maier, otra mujer libre, valiente, invisible y dotada de una gran personalidad que, sin dejar de trabajar para mantenerse, transcurrió parte de su existencia detrás del objetivo narrando la vida de la gente a su alrededor: tanto los marginados como la alta sociedad, los niños y los personajes famosos. Ella solía confesar: “He disparado tantas fotos para lograr encontrar mi lugar en el mundo”… y qué bien lo hizo: supo documentar unos Estados Unidos en transformación además de los contextos de sus diversos viajes a Asia, a Sudamérica, Italia, Francia y Canadá… plasmando en sus cámaras unas vivencias para la posteridad.
Museo de Roma en Trastévere – ROMA (del 17-3 al 18-6-2017)
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