Irina Storozh. Coordinadora en San Demetrio de Tesalónica. Mujeres Valientes

Llegar hasta Ucrania… El milagro desde San Demetrio de Tesalónica

Irina Storozh. Coordinadora en San Demetrio de Tesalónica. Mujeres Valiente

 

Ucrania… Desde el corazón de San Demetrio de Tesalónica

 

El número 14 de la calle Santa Clara en Sevilla es una pequeña puerta en la que, una larga fila de (“hormigas”) voluntarias, han hecho una cadena humana en la que los paquetes pasan, de mano en mano, con la urgencia que confiere una invasión que mantiene en vilo a todo un planeta.

Y es así, con urgencia, como tienen que llegar todos los “tesoros” que acumulan cada una de estas cajas que van hasta el lugar del que muchos quieren salir pero, también el que ninguno quiere abandonar: Ucrania, el lugar que les vio nacer.

Te recibe un cartel en el que puedes leer: “Cuidado con tus pertenecías porque pueden acabar en Ucrania”. Una especie de aviso que pone cierta nota de “humor”, a una situación en la que todos contienen la respiración y sus sentimientos, a pesar de tener más de medio corazón a miles de kilómetros de aquí.

Traspasar la entrada es entrar en San Demetrio de Tesalónica, la iglesia católica a la que asiste la comunidad ucraniana en Sevilla. Un templo que guarda la esencia de los que lo han restaurado con primoroso cuidado, pero que muestra ciertas particularidades; y es que la bandera nacional de Ucrania, con sus colores, que hoy todos conocemos, preside un altar hecho para rezar y orar. Un altar que en estos días frenéticos, se llena de su gente dispuesta a ayudar, a compartir sufrimiento y, esta vez sí, a ponerse en su piel.

 

Altar Mayor de la Iglesia de San Demetrio de Tesalónica. Mujeres Valientes

 

Y es que la voluntad de ayudar a un pueblo que sufre en tiempo real y al que vemos en todos los informativos, se ha convertido en el leitmotiv de los que hasta aquí recalan para llenar contenedores que van hasta Ucrania. Un país que pensábamos lejano. Un lugar desconocido, pero lleno de vida que hoy se ha vuelto gris y se ha llenado de muerte, desolación y vacío.

Un vacío que se intenta llenar desde este sitio por el que pasábamos sin reparar en que era el centro de reunión y neurálgico, de más de mil quinientos ucranianos que se citan, todas las semanas, para charlar, compartir, reír y rezar… Eran tiempos de paz.

Nada más entrar los ojos llenos de cansancio de Irina Storozh me reciben y se cruzan con todas las personas que no necesitan de director para ser “dirigidos” y  saber, a cada instante, qué tienen y deben hacer.

 

Irina Storozh será mi enlace para comprender y entender lo que está teniendo lugar en San Demetrio de Tesalónica

 

Voluntarias en San Demetrio de Tesalónica. Mujeres Valientes

 

Cajas de medicamentos que divididas a su vez en los que van específicamente para cada dolencia, son las que ocupan la parte delantera de la nave… Ropa militar, “y si no lo es, que sea oscura para que los francotiradores no puedan tener la oportunidad de matar a quien lleva un color que llame la atención…  Y es aquí, cuando te hacen esta aclaración, el instante en el que te das cuenta de que todo esto va a “tierra de combate”, y que los hombres y mujeres que los van a utilizar pueden ser heridos o van a morir.

 

Caja con material para militares. Mujeres Valientes

 

Ropa y más ropa. Sacos de dormir y esterillas. Proteína para los que están luchando por los de allí y por los de aquí… Productos de limpieza, alimentos para bebés, linternas, abrigos… Un lenguaje común que todos entienden bajo la permanente banda sonora de las cintas que envuelven la esperanza.

 

Caja con alimentos con destino a Ucrania. Mujeres Valientes

 

San Demetrio de Tesalónica no es ninguna Torre de Babel porque aquí todo el mundo habla el mismo idioma: el del amor y el de la solidaridad. Un sitio ocupado por mayoría de mujeres. Ellas son el alma mater de una operación que, y tal y como afirma el padre Vitaly Kharabatyn, ha sido un auténtico milagro.

Un milagro que se hizo realidad, cuando, en medio del silencio, y pensando que serían ellos, los ucranianos, los que se ayudaría a sí mismos, fue roto por un estudiante sevillano que entró en el templo con dos bolsas. Un joven sin nombre que a la voz de “¡ESTO ES PARA UCRANIA!, ha convertido a San Demetrio de Tesalónica, en un gran centro de operaciones en el que la coordinación es fundamental para poder hacer llegar todo lo que aquí se va depositando.

Ellas, las mujeres, trabajan sin descanso. Coordinan, organizan. Llevan a cabo un meticuloso ejercicio de contención porque a miles de kilómetros están sus familiares. Padres, hermanos, hijos, abuelos, sobrinos… Vidas que ahora están en peligro, o de las que no tienen noticias, y por las que abarrotan pequeños cofres que se irán acumulando para llenar, hasta el momento en el que se escribe esta historia, cinco camiones que salen desde el Palacio de Congresos de Sevilla (FIBES) camino de un país llamado Ucrania.

Aparece un hombre que dice en voz alta: “¿Qué tengo que hacer?… ¿En qué puedo ayudar?… Decidme, por favor, algo en lo que ocuparme porque quiero hacer algo por vuestro pueblo”  Todas observan en silencio la mirada llena de generosidad de este hombre que, junto a cientos de personas, ofrecen lo que tienen en estos momentos de incertidumbre: su tiempo.

“Caja de medicamentos… ¿Dónde está la caja de medicamentos?… ¿Tenemos cintas para cerrar los paquetes?… ¿Alguien tiene un bolígrafo o un rotulador?”… Es un engranaje perfecto. Todo funciona como un reloj imposible de parar, y es que son una maquinaria invencible, que se mueve con una única fuerza capaz de mover un mundo que parece volverse loco por momentos.

Van llegando más mujeres. Las hay de todas las profesiones. Todas saben lo que tienen que hacer en medio de un sigilo que se rompe con sonrisas, preguntas y más preguntas… Y el incasable sonido de la cinta que cierra lo que toda una ciudad ofrece a quien más lo necesita y espera.

Todo lo hacen con el máximo cuidado. Como si fuera un regalo precioso que tiene que llegar intacto a las manos de algún niño, hombre, mujer o abuelo que, sin ser familiares de ellas, los sienten a su lado… Es como si alguien les estuviera dictando desde allí y le dijeran al oído, cuánto están sufriendo sintiéndose  acompañados desde algún lugar incierto y desconocido.

Al inicio de todo esto, y como el primer día de la creación, en San Demetrio no había nada. Ahora “rebosa” de todo pero, sobre todo, de ansias de libertad y de que todo vuelva a ser como antes. Antes incluso de una pandemia que aquí, y si no fuera por las mascarillas, diríamos que no ha existido.

“Gasas… ¿Dónde estáis metiendo las gasas?… No tires esa caja que la podemos reparar… Espera que ya lo hago yo… ¿Y el algodón y los analgésico?”  Se dan la réplica inmediatamente porque saben el sitio en el que lo deben ir colocándolo como si fuera un Tetris lógico y perfecto.

Les han traído lo que necesitan para abastecer sus necesidades, pero también palabras de cariño. Palabras que van a quedar encerradas, durante este largo viaje, hasta que sean abiertas y lleguen al corazón de los que esperan lo que se les está preparando en lo que, para Mujeres Valientes, hoy es el centro del Universo.

 

Un universo en el que la palabra más hermosa, la que se repite una y otra vez, y que suena y se “apropia” de esta diminuta Arca de Noé es, simplemente, GRACIAS

 

Voluntaria en San Demetrio de Tesalónica. Mujeres Valientes

 

Este es el primer día de Ana (no es así como se llama porque quiere mantener su anonimato). Un día en el dice reconocer una gran impotencia que la ha traído hasta aquí, para hacer cualquier cosa que pueda dar continuidad a esta pequeña fábrica de “ilusión”. Una ilusión que enseguida convierte en reflexión e interrogantes porque: “¿Qué va a pasar con todas las mujeres y niños que están llegando… ? ¿Cómo vamos a dar respuesta a sus necesidades… ?”. Hablamos durante un breve instante porque tiene que continuar con la liturgia de pegar, cortar, embalar… Seguir.

Dos chicas jóvenes están sentadas en el suelo y es ahí, con ellas y con su actitud, cuando tomas conciencia de que el recinto sagrado, en el que nos encontramos, está a “tope” de una fortaleza imparable. Pura pasión que traspasa unas fronteras que no pueden ser invadidas ni derribadas por ningún ejército, porque con su juventud te das cuenta, de que la voluntad es la razón de ser humano.

 

Voluntaria en San Demetrio de Tesalónica. Mujeres Valientes

 

Dos mujeres llegan en medio de este “bello” caos para rezar. Una de ella es ucraniana, la otra sevillana. La primera cuida a la segunda y la ha traído hasta aquí para que sea consciente, sepa y conozca todo lo que están haciendo los sevillanos por su tierra… “Estamos orgullosas de vosotras”, dice, “la he traído para darle las gracias y para que vea lo que estáis haciendo por mi pueblo”.

El lugar se llena de detalles imperceptibles para los que siguen en un quehacer casi mecánico. No se dan cuenta de lo que están haciendo ni de lo valioso de su actuación, inmersas, como están, en esta vorágine en la que las prisas, y sin que sirva de precedente, deben y tienen que estar por delante de lo importante.

Un grupo de tres voluntarias, que no se conocen, sino a través de la mascarilla, se organizan entre ellas: “Yo vengo por la mañana… No te preocupes que yo por la tarde… Yo, en principio, podría tanto por la mañana como por la tarde”. Realizan un cuadrante que queda grabado en el disco duro de su memoria, y se reparten las tareas más acuciantes. Se facilitan los teléfonos e, inmediatamente, crean un grupo de Whatssap para estar conectadas… Seguramente que para siempre.

 

Voluntarias San Demetrio de Tesalónica. Mujeres Valientes

 

Te das cuenta de que esto, y solo esto, es trabajo en equipo. Gente que, sin saberlo, está aprendiendo sobre la marcha lo que son las Soft Skills. Esas habilidades que tan necesarias son para emprender y conseguir las metas, y que aquí son fundamentales porque ser eficientes y eficaces, es una multiplicación que da como resultado, kilos y más kilos de auxilio y apoyo.

La tarde va vaciando San Demetrio de Tesalónica. Algunas se van a sus casas y, aunque van llegando relevos, el cansancio de una postura forzada, se confunde con una alegría que sus ojos no pueden contener. Una alegría que traduce las horas que han pasado en un lugar de rezo, y que se ha convertido en un canto de libertad gracias a las manos de unas desconocidas.

 

Voluntarias San Demetrio de Tesalónica. Mujeres Valientes

 

La mujer es la gran protagonista de esta guerra pero también la esperanza

 

Son (in)visibles. Pero sus reflejos, sus abrazos y el hecho de abandonar a sus maridos, hijos, padres y hermanos las hacen invencibles… No hay palabras para escribir y describir este momento, pero es como un cuadro en el que la mujer vuela. Ella es el ave que ayuda y auxilia a los hombres. Y ellas, todas, son espirituales porque esa parte trasciende a todo, incluso a los hombres porque ellas, como bien dice el Padre Vitaly, mi anfitrión, son las fuertes”.

Ocho años han pasado (desde 2014) para que este conflicto haya finalizado en una invasión de una potencia, Rusia, que ha buscado su propio pretexto para hacerlo; y es que tras la Segunda Guerra Mundial, algunos sigue creyendo, y a pesar del cambio generacional, que el mundo tiene que estar partido y dividido.

Muchos son los rusos que piensa que todos los ucranianos son nazis y, bajo esa premisa y las palabras de Putin, y a pesar de que ya son muchos los rusos que han sido detenidos por manifestar, públicamente, que están en contra de esta guerra, se ha iniciado esta incursión.

Estados Unidos, Rusia y China son los tres grandes bloques en los que está dividido el mundo pero ahora, en 2022, Putin vuelve a hablar de esa parte de la historia, de ese pasado que para él sigue siendo presente y futuro.

 

Padre Vitaly Khrabatyn. San Demetrio de Tesalónica.

 

El padre Vitaly habla, desde la distancia que los separa, de su presidente, Volodymyr Zelensky.  De la vía que tiene que emprender porque de esto depende la supervivencia de todo un país, y así evitar que los niños conozcan la guerra. Y es por eso que se demanda una nueva organización, por el contexto tan peligroso en el que estamos inmersos, y con la amenaza atómica sobre las cabezas de todos.

Mª José Andrade.- Padre Vitaly ¿Cómo verá Dios al hombre en estos momentos?

Padre Vitaly.- Para Él se vuelve a repetir la historia de Caín y Abel. La humanidad está destruida y permanentemente se vuelve a reproducir porque tiene el corazón de piedra… El hombre se habitúa a la guerra. Guerras como la de Siria, la Georgia o las de África.  Pero pienso que a través de los inocentes, el Señor toca el corazón de piedra para que se produzca la conversión…

Tenemos que recordar lo que decía la Virgen de Fátima, “rezad para que se produzca la conversión de Rusia”… Porque es increíble que podamos ir a Marte, que la medicina avance, que estemos siempre comunicados, gracias a Internet y que ahora, precisamente ahora, nos volvamos a perder en una guerra sin sentido y sin explicación.

MJAndrade.- ¿Y cómo cree que va a terminar esto, padre?

Padre Vitaly.- Yo espero que llegue el milagro como ocurrió aquí, en San Demetrio de Tesalónica, aquel día cuando apareció de la nada el joven estudiante al que han seguido, como tú dices al principio, miles de “hormigas” humanas.

Me despido con la reflexión de Zygmunt Bauman, el filósofo favorito del padre Vitaly. El Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2010, habla de la Sociedad Líquida y del problema de no saber dónde está el fundamento para construir la sociedad desde la formación humana, de los valores y de la necesidad de la humanización de ésta: “La cultura líquida moderna ya no siente que es una cultura de aprendizaje y acumulación, como las culturas registradas en los informes de historiadores y etnógrafos. A cambio, se nos aparece como una cultura del desapego, de la discontinuidad y del olvido.”

Pero recuerden… Bauman también dijo que: “El amor es la supervivencia del yo a través de la alteridad del yo”

 

Así que, y si les si les parece, probemos a sobrevivir gracias y a través del amor

 

Agradecimientos:

Nuestro agradecimiento infinito a Irina Storozh por su saber estar y su paciencia.

Gracias a todas las mujeres que, con su silencio, me lo contaron absolutamente todo.

Gracias a José Antonio Cortés por explicarme, con lujo de detalles, la operación de organización de voluntarios, transportes y familias de acogida.

Y gracias… Gracias al Padre Vitaly Khrabatyn por hablarme desde lo más profundo del alma. Por mostrarme el camino del corazón y llenarme de esperanza porque pude comprobar, con sus palabras, que los milagros existen.

 

¡GRACIAS!

 

 

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MARÍA JOSÉ ANDRADE ALONSO
mjandrade@mujeresvalientes.es
6 Comments
  • Bisila Bokoko
    Posted at 12:49h, 15 marzo Responder

    Fantástico artículo ! Me ha fascinado !!

    • Foto del avatar
      Mujeres Valientes
      Posted at 08:29h, 16 marzo Responder

      Muchísimas gracias, Bisila… Tenerte de lectora y tu reconocimiento es un auténtico honor.
      Tratamos de ser los ojos y trasladar la realidad de un colectivo que está sufriendo y con el que, como tú bien apuntas en tus conferencias y artículos, es fundamental empatizar en estos tiempos “raros y extraños”.

      Un beso enorme de todas las #mujeresvalientes

  • Rosa Salinas
    Posted at 10:01h, 16 marzo Responder

    “Gracias” por escribir de lo que importa .

    • Foto del avatar
      Mujeres Valientes
      Posted at 11:12h, 24 marzo Responder

      Gracias a ti, querida Rosa por leernos y ver a través de nuestros ojos… Misión cumplida

  • Yolanda Sáenz de Tejada Vázquez
    Posted at 17:57h, 06 abril Responder

    Es maravilloso cómo me has trasladado no sólo al lugar sino a las personas, eso solo se hace ocupando por un tiempo su alma y su grandeza.
    Me ha encantado

    • Foto del avatar
      Mujeres Valientes
      Posted at 12:22h, 19 abril Responder

      Gracias a ti, querida Yolanda… Ocupar el alma y la grandeza de todas estas personas es un auténtico esfuerzo que merece la pena porque comentarios como el tuyo, es lo que da sentido al trabajo que hacemos en Mujeres Valientes.

      Un beso enorme

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