Sororidad... El término que reconoce la comunión entre mujeres. Mujeres Valientes

Sororidad. El término que reconoce la comunión entre mujeres

Sororidad... El término que reconoce la comunión entre mujeres. Mujeres Valientes

Os quiero hablar de uno de los grupos en los que hago y promuevo el sentimiento de tribu.

Como Agente de Igualdad para la salud que soy, y mirando esta historia que os voy a relatar a continuación, veo como para mí, todas las que conformamos el grupo de las “Gipsy friend”, o las “Dinyas” (como cariñosamente nos llamamos), es tan especial.

Ahora estamos separadas por cientos de kilómetros, pero seguimos sintiéndonos igual de unidas y a veces, por la necesidad de querernos juntas, nos conectamos por Skype y desayunamos juntas a nuestra hora, tal y como lo hacíamos antes, entre las 11 y las 11.30 horas.

Somos seis. Todas nos conocimos en Madrid, punto neurálgico de la amistad y también del trabajo. Para todas nosotras es mucho más que una simple amistad… Para nosotras es una hermandad. Esto que nos pasa y que todas coincidimos en que es nuestra especial “cura para el alma” se llama Sororidad.

Nuestra hermandad se ha ido forjando y afianzando con los años. Loly es madrileña, pero de ascendencia andaluza. Puri es más madrileña que “Cascorro” (una plaza muy castiza del centro de la ciudad en donde tradicionalmente está el famoso rastro de Madrid), gata, gata dice que es.

Sororidad… Una manera de sanar entre mujeres

Elisabet es madrileña de nacimiento, pero de pequeña se fue a Asturias y allí ha estado muchos años. Regresó de nuevo a su Asturias querida hace un año. Aurora, cordobesa, de los pies a la cabeza como dicen los de su ciudad. Ella también fue madrileña de adopción y ahora valenciana por elección.

Popi, catalana de nacimiento, pero como a mí me gusta decir, granadina de corazón. Y es que, al igual que Loly, también es andaluza y su familia viene del Sur. Yo, Marga, granadina de nacimiento y madrileña de adopción desde hace 13 años.

Llegar a Madrid para mí fue muy importante. Allí me las encontré a todas y a algunas más de las que os hablaré en otra ocasión

Nuestras terapias, las del cuidado de la salud del alma y del corazón, siempre las hemos resuelto delante de un buen café. Los viernes eran el gran día. Cada viernes había premio. Un bizcocho, una tarta, una comida juntas… Daba igual. La excusa siempre era la misma: Estar juntas para que al unísono nuestras risas conmoviesen al mundo. Propio y ajeno. Al nuestro, seguro, porque como los yogures, nosotras también somos un paquete indivisible y pese a las distancias de ahora, seguimos siéndolo.

Nos cuidamos el Alma. Porque sabemos que para todas es vital que el resto esté bien, y que en común sintamos que nuestro apoyo y nuestro amor, es lo que jamás nos faltará estemos donde estemos.

Sororidad para unir el alma, para compartir y para aprender

Es curioso. Nosotras sin pensarlo nos fuimos juntando por afinidades. Todas somos mujeres gitanas, trabajadoras, y algunas hasta independientes por elección propia.

Con capacidad y criterio, todas hemos ido asumiendo nuestros roles de cuidadoras, madres, abuelas, hijas sin cargas, estudiantes, o escogiendo lo que libremente nos ha ido sirviendo para vivir en comunión con nosotras mismas.

Ha sido en ese compartir paralelo creado por las seis en esos ratos que nos procurábamos dejar para estar juntas como una tribu que somos, donde hemos aprendido a querernos así. Sin juicios, desde el amor, y desde la complicidad. Y desde la Sororidad. Allí, en Madrid físicamente cuando todas vivíamos allí, y ahora, en la actualidad, también, aunque ya no estemos juntas.

Tenemos una premisa. Es la de que al menos una vez al año tenemos que pasar juntas unos días. Somos nuestra propia tribu. (Mis disculpas por repetir la palabra “tribu”, pero es que me parece tan bonita, que me gusta pensar que, en otras vidas, así estábamos todas juntas…. En una hermosa tribu de amazonas valientes que se protegían contra todo lo que externamente nos pudiera hacer daño.)

Para nosotras juntarnos es ya una fiesta. Hacerlo, nos asegura la apertura de los pulmones. ¡Ah!… tendréis que saber que juntas, tenemos la habilidad de llorar y reír a la vez.

La cura del alma, el recomponer los trozos de todas y conseguir que sean un mosaico único es la terapia más buena que conocemos

Nosotras no criticamos, nosotras, referimos y eso nos convierte en únicas haciendo estos ejercicios tan divertidos para todas y que nos aíslan también a ratos de la cruda realidad…

Las seis somos gitanas. Amigas en esta vida y en todas las que llevamos vividas

En todas tenemos claro que hemos sido como poco, hermanas. Para todo tenemos cura, al menos la que tiene que ver con el alma y los cuidados entre mujeres fuertes y unidas.

Esa hermandad que nace del corazón, con la que solo las afortunadas como nosotras contamos desde ese día en el que la vida y el trabajo nos unieron.

Todas nosotras os recomendamos que hagáis ese ejercicio a menudo porque solo cuando se tienen amigas/hermanas, como las que yo tengo, se sabe lo que significa vivir acompañada y protegida.

El resultado de todo esto, es la promoción de la salud. Porque compartirlo todo, sana, cura y hace que la vida fluya y los problemas se hacen más pequeños.

Es una terapia social, de grupo, de equipo, de sororidad, ese término tan hermoso que tiene que ver con la comunión entre mujeres

Marga Fernández
margarlochi@hotmail.com
1 Comment
  • Marín Popov
    Posted at 16:55h, 24 noviembre Responder

    O chachipe romaní. But baht i sastipe!

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