06 Sep Síndrome de salvadora del mundo… ¿Preparadas para dejar de serlo?
Me llamo Ana Lara y tengo el síndrome de salvadora del mundo
Ser salvadora del mundo es un trabajo arduo y necesita no sólo asumir tu destino sino de mucho, mucho tiempo. Tiempo personal que, por supuesto, se lo dedico a todo el mundo excepto a mí. No me importa sacrificarme, pues lo hago con mucho gusto.
Mi misión es que todo el mundo a mi alrededor goce de tranquilidad y que yo contribuya a que todas sus necesidades sean cubiertas, sin importar el esfuerzo titánico que en muchas ocasiones tengo que hacer.
No me importa el sacrificio que hago dejando el gimnasio, la peluquería e incluso mi profesión. No hay nadie que haga mejor que yo esas tareas. Acompañar a una amiga a un recado PORQUE soy la perfecta consejera, comprar regalos para toda la familia ya que tengo un gusto exquisito, recibir a mis hijos que se presentan sin avisar a comer pues mis ensaladas son buenísimas y saludables.
Ah, y si ellos no me llaman, soy yo la que se ofrece pues sé que lo hacen para no molestarme pero que en el fondo no lo pueden hacer tan bien como yo.
Si has leído hasta aquí y te sientes identificada en algo, bienvenida al club del rol de Salvadora del Triángulo Dramático de Karpman, un modelo que se aplica en la psicoterapia para comprender y analizar problemas de carácter interpersonal.
El modelo fue desarrollado por Stephen Karpman en 1968 cuando escribió el artículo “Cuentos de hadas y análisis del guión sobre el drama” . Parte de la idea de que los conflictos interpersonales surgen como consecuencia de procesos psicológicos internos que motivan a las personas a adoptar algunos roles problématicos.
Karpman teorizó tres roles básicos que encontramos en los cuentos de hadas: salvador, perseguidor y víctima y fueron los que el autor utilizó para estructura el triángulo.
Si hoy decido hablar del rol del salvadora es, además de porque es con el que más me identifico, porque lo observo con mucha frecuencia en la sesiones de coaching que realizo con mujeres.
Es cierto que tenemos unos sesgos culturales, sociales y de género que hemos escuchando, aprendido e interiorizado. El problema no es tanto el tenerlo sino el no ser conscientes.
Ya sabemos por la Neurociencia que las decisiones que tomamos diariamente se deben en un 95% a nuestra mente inconsciente. Es decir, nuestra mente ha guardado en el disco duro un montón de información pero no lo recordamos.
Si hacemos un símil con las obras pertenecientes a la colección del Museo de Prado podemos considerar nuestra mente consciente como las 1.700 piezas que podemos admirar en el edificio de Villanueva en Madrid. Sin embargo, el verdadero tesoro y lo que hace que sea una de las pinacotecas más importantes del mundo son las 27.000 obras custodiadas en los almacenes, que sería nuestra mente inconsciente.
El objetivo de este artículo es reconocer si tenemos tendencia de interpretar el rol de salvadora y en el caso de lo que sea, abandonar las dinámicas que se crean.
Mantenerse dentro del triángulo es una muy mala idea, ya que la forma en que las personas se relacionan dentro de él no es saludable.
Salvadora del mundo mundial
Este es uno de los tres roles que conforman al triángulo y tiene como misión principal ayudar al resto, incluso sin que se lo soliciten. Su papel es de fomentar la dependencia y ser necesaria para la familia. Lo que realmente sorprende es que, pese a buscar ayudar a otros, la salvadora evita resolver sus propios problemas o necesidades personales.
Ya he comentado que, según mi experiencia, este es el rol más común entre la población femenina. Y al buscar una explicación a este hecho me remito al papel que durante siglos han tenido las mujeres en la sociedad y en el hogar.
Gracias al trabajo y lucha de muchas mujeres valientes las funciones de hija, esposa y madre están cambiando con el tiempo, aunque todavía queda camino que recorrer.
Hasta hace no tanto, (y en algunos sitios se sigue dando) las mujeres eran las encargadas en exclusiva del cuidado de la casa y de todos los miembros de la familia. La importancia de su existencia se veía sobre todo por sus responsabilidades en estas áreas y eso provocó que las mujeres las hicieran en exclusiva.
Estos sesgos continúan presentes en nuestra sociedad. Sin ir más lejos, y por poner un ejemplo, los últimos datos publicados por la Seguridad Social reflejan que casi el 85% de las excedencias para cuidado de menores del primer trimestre de 2023 las pidieron mujeres mientras que la solicitudes de los hombres fueron un 15,3%. La diferencia es demasiado grande como para obviarla.
¿Cómo sé si soy salvadora?
Cuando describo las características de las personas con esta preferencia y las consecuencias negativas para ambos lados, suelo escuchar frases como “si en verdad no me importa”, “lo hago con gusto”, “si no lo hago yo, no lo hace nadie” y “es cuestión de ser generosa”, entre otras.
Las personas que adoptan este rol en el triángulo dramático tienden a presentar las siguientes características:
1.- Dependencia emocional: somos seres sociales y necesitamos el contacto de las personas que queremos. Hasta aquí todo correcto.
Sin embargo, seremos dependiente emocionales si llevamos esta necesidad a un grado excesivo, y buscamos estar en contacto permanente y recibir afecto de las personas que nos rodean.
Salvamos a los demás para tener esta atención y cariño constante y puede ocasionar problemas ya que la relación, cualquiera que sea, pierde su estabilidad y equilibrio natural.
2.- Tendencia a recurrir al sacrificio y a sentir culpa
Las personas salvadoras actúan en base al sentimiento de culpa que adquieren al pensar que la felicidad de los demás es responsabilidad suya.
Tienden a proteger de manera excesiva a las personas importante para ellas y les evitan todo aquello que puede generarles algún tipo de daño, ya sea emocional o física. Esto lleva en caso de las madres a una sobreprotección hacía los hijos que los convierten en perfectos incapacitados
3.-Buscan la aprobación de los demás.
Aparte del cariño de los demás, las personalidades salvadoras buscan la aprobación constante de los demás, pues eso es una muestra más de atención hacia ellas.
4.-Preocupación excesiva por los deseos y las necesidades de otras personas.
Es muy frecuente que identifiquen problemas en la vida de los demás que no existen o simplemente que los exageren. Es una manera de que cuenten con su ayuda en todo momento.
5.-Tendencia a huir del conflicto, llegando incluso a esconder premeditadamente una situación conflictiva.
Recordemos que la principal función del rol de salvadora es hacer feliz a los demás. Cuando surge un conflicto, prefieren asumir la culpa y así anular el malestar de la otra persona que vuelve a sentirse bien con ella.
¿Y cómo dejo de ser salvadora?
Último viernes del mes de junio. Son las 20.00 horas y, tras de una semana agotadora de trabajo en Madrid vuelvo a casa. Estoy sentada en el Aeropuerto de Barajas esperando el avión que me lleve a Jerez.
Se sienta a mi lado un hombre joven y realiza una llamada telefónica. Es inevitable escuchar la conversación. Habla con sus amigos que están ya en Cádiz buscando un restaurante donde cenar.
Mientras el joven seguía hablando con sus amigos yo ya estaba buscando soluciones para un problema que yo me había inventado.
Estaba a punto de volver a ejercer de salvadora cuando mi pepito grillo me animó a utilizar dos de mis herramientas preferidas de inteligencia emocional: la pausa y la observación desde otro punto de vista para poder hacer un análisis que me llevó a las siguientes conclusiones:
1.- No conocía de nada a esa persona y podría malinterpretar mi intención.
2.- No me había pedido ayuda porque seguramente no se sentía agobiado ni preocupado.
3.- No tenía evidencias de que hubiera ninguna situación que resolver. Buscar un restaurante con calidad es algo bastante sencillo con las redes sociales.
4.- Iba a invadir el espacio y la intimidad de esa persona y era muy probable que provocara una situación cuanto menos incómoda.
Me levanté y decidí no compartirle mis ideas sobre los mejores restaurantes de la ciudad en la que vivo como un ejercicio de cambio en mi rol predominante.
Una vez que somos conscientes de nuestro rol de salvadora y con la determinación de salir de ese punto del triángulo dramático podemos trabajar los siguientes aspectos:
1.- Confiar en la capacidad de otras personas y permitir que resuelvan sus problemas.
Esto se puede lograr entendiendo que la vida es una sucesión de problemas que todas las personas deben enfrentar por sí mismas para aprender de ellos.
Eso no quiere decir que no ayudemos a los demás, sino que dejemos que nos pidan ellos ayuda. Si el joven del aeropuerto se hubiera dirigido a mí, estoy segura de que le hubiera recomendado algún restaurante.
2.- Autocuidado
Es absolutamente imprescindible el autocuidado personal. Algo que aprendí (de nuevo) en un avión. Si viajamos con un niño o una persona dependiente, en caso de emergencia debes tú ser la primera en colocarte la mascarilla de oxígeno y no el niño. De esta manera aseguras que estarás en condiciones de ayudar.
No podemos cuidar apropiadamente de los demás si no nos cuidamos primero a nosotras
Salir de este juego implica empezar a hacerse cargo de las propias necesidades, empezar a mirarse a una misma y conocerse mejor para asumir las propias carencias. Querer ayudar un poco menos al otro nos permite darnos un espacio y empezar. a querernos.
3.- Practicar la empatía
Querer solucionar los problemas de los demás a nuestra manera no significa que seamos empáticas.
Es importante no confundir la empatía (capacidad de ponernos en la piel del otro, acompañarlo y ayudarlo a solucionar sus conflictos a su propia manera sin juicio) con la simpatía (solucionar los problemas de los demás desde nuestra propia visión)
Las consecuencias de jugar siempre en el rol de salvadora son muy negativas y destaco las tres que para mí son determinantes.
1.- Invadir el espacio y la intimidad.
2.- Menospreciar el valor de los demás a resolver sus situaciones.
3.- Sacrificio estéril por nuestra parte y una mala autoestima.
Podemos seguir ayudando a los otros, aportando nuestras ideas, colaborando desde otro lugar que implique más respeto y empatía y eso nos dará mucho más valor de cara a los demás y a nosotras mismas.
Cuida de ti para cuidar de los demás
Lucía Gömez
Posted at 18:29h, 12 septiembreExcelente artículo donde podemos ver con todo lujo de detalles lo que significa estar en el rol de salvadora
Enhorabuena !!!