03 May Ser feliz “estando… ¿Estás dónde quieres estar realmente?
Algunas veces la felicidad consiste en tener que pedir una pizza en inglés inventándote los ingredientes. Escuchar como cantan unos pájaros que no paran ni de madrugada. Tomar café en un chiringuito de playa mientras llueve o atreverse a tener esa conversación que quizás ni siquiera te habías planteado. Mirar más allá, ser consciente en vez de mantenerse en el anhelo. Dar las gracias, pedir por favor. Un café temprano, que te lo pidan.
La felicidad es un término complejo y relativo, que se desarrolla y evoluciona desde los orígenes de la especie humana y que con total seguridad continuará su evolución hasta el final de los tiempos, y aun así seguirá sin acuerdo ni consenso acerca de a lo que realmente se refiere.
La felicidad, y lo que para cada uno significa, está ligado a las sociedades, a las necesidades de los pueblos, e íntimamente vinculado con la historia de vida de las personas y sobre el nivel de autoconocimiento que uno tenga sobre sí mismo.
Depende de la capacidad de enjuiciamiento y del valor otorgado a las cosas. De la capacidad de observar, valorar y dotar de sentido. De la perceptividad de lo sencillo. Y su intensidad y frecuencia varía en función a la capacidad de abandono y entrega que cada uno posea.
Se relaciona con la ausencia de miedo, con la capacidad de gestionar nuestro nivel de angustia, con nuestra predisposición o exposición vulnerable a la vida y a todo cuanto acontece, con nuestro nivel de entrega, pasión y compromiso.
1.842 km en línea recta. El olor a tierra mojada. Echar de menos y no saber si el café o con quien te lo tomas. Aprender a “echar los puntos” con un video del Youtube. Coser saltándose los principios que rigen, lo que pega o desentona. Arrítmico, sintomático, perecedero, arriesgado, con voluntad y lleno de principios.
A ella le gustan más las guerreras que los superhéroes, porque ella no cree en los poderes pero si en el valor del coraje y la entrega. Tú no la viste pero fueron innumerables sus batallas, ni siquiera conocías los detalles, Mujer valiente.
El otro día me senté con ella, reticente, desplomada y ese miedo constante que la ahoga a no saber si será capaz de seguir adelante, si podrá con todo, mantenida, se secaba las lágrimas con intención de seguir adelante.
Ella (me decía) que después de haberse detenido, había aprendido donde yacía el valor de lo que la hacía feliz realmente y no hablaba de otra cosa más allá “de detenerse”.
Recuerdo que todo versaba en torno a lo mismo. Entonces le pregunté acerca de lo que significaba la felicidad para ella y me habló de un pueblo con nombre de rifle, me habló de un río con patos, puente y bancos de esos que salen en las películas con una pizzería de esquina y el olor a Heno de Pravia que la hizo volver a aquella tienda de segunda mano.
Yo pensaba que nos estábamos desviando del propósito de mi pregunta, entonces ella me habló también de otro sitio desde el que las cosas se veían desde dentro y de un puente con nombre inglés en color azul verdoso, donde todo era tan particular, desvergonzado y carismático que la hacía sentirse como en casa (por allí paseó muchas veces y decía que le quedaban un puñado de veces más, un puñado de veces grandes como cuando coges arena o cuando te llenas las manos de lo que realmente te gusta).
Luego me habló de su tierra, a pesar de su escaso sentido de pertenencia, de sus puestas de sol algunas horas más tarde de lo a lo que acostumbraba tiempo atrás.
Me habló de a quienes había estado echando tanto de menos y de esa prisa que nadie estaba entendiendo porque los estaba necesitando y ellos no se estaban dando cuenta, o tenían miedo o no estaban acostumbrados o ambas cosas o todo junto.
Yo contemplé sus ojos, un poquito más claros que años atrás, y supe que era feliz a pesar de los desembarcos, de las contradicciones, de las batallas, de su no saber si podría con todo, pero ahora ella caminaba sin peso sobre sus hombros y su única lucha estaba centrada en el combate que mantenía consigo misma.
SER FELIZ ES DEJAR DE ESPERAR PARA EMPEZAR Y ESTAR VIVIENDO
Recuerdo que “vestía raro”, cuando raro significa acorde a quien es una y que tenía unos principios rebuscados de esos que todo el mundo suele reprochar por ser valiente (mujer valiente). Entonces supe que no se había desviado del propósito inicial de mi pregunta: ella era feliz y me lo estaba contando así a su manera; sin tono de autoayuda, con su batallaje con la angustia pero sin ese miedo que te limita y te impide estar donde quieres estar, haciendo lo que quieres hacer.
Sencilla, vulnerable y con dolor pero con el alma llana de sí misma porque había dejado de estar esperando para empezar y estar viviendo. Aquí y ahora, con riesgo y consecuencia. Sintiendo. Entera nunca más en pedazos.
ÉSTA ES SIMPLEMENTE UNA DE ESAS MUCHAS HISTORIAS, DE ESAS QUE SIRVEN O NO COMO EJEMPLO PARA SER FELIZ
De esas que marcan o pasan desapercibidas, de lo que estoy completamente segura es que quien pasó por ella, nunca más volverá a ser quien era y eso siempre será bueno a pesar de lo que fue dejando por el camino mientras seguía adelante.
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