Profesora de idiomas titulada... El gran reto de una expatriada. Mujeres Valientes

Profesora de idiomas titulada. El gran reto de una expatriada

Profesora de idiomas titulada... El gran reto de una expatriada. Mujeres Valientes

¡Ya puedo decir oficialmente que soy una profesora de idiomas titulada!

¡Reto conseguido!

Aún no me lo creo… Después de meses de estudio, trabajando sin descanso, y con más de un altibajo, ¡por fin termino mi “Postgraduate Certificate in Education” (PGCE) en Modern Foreign Language (MFL)!

Reconozco que, mientras escribo estas palabras, no puedo dejar de sonreír, ¡ha sido un año tan duro! Recuerdo perfectamente lo ilusionada que estaba en septiembre, cuando os conté, en Mujeres Valientes, mi nuevo reto

Sin embargo, reconozco que más de una vez, sólo con pensar todo lo que me quedaba por delante, ¡tenía la tentación de abandonar y salir corriendo! Volver a la Universidad después de tantos años, en otro país e intentando conciliar es complicado, ¡pero no es imposible!

Os estaréis preguntando en qué consiste este postgrado para que me esté quejando de esta manera. Quizás penséis que no es tan difícil pero, personalmente, ha sido un año duro en el que me he esforzado al máximo, ¡y ahora obtengo la recompensa!

Profesora de idiomas titulada… Un gran reto

El curso empezó a principios de septiembre y terminará esta semana. Al comienzo asistí varios días seguidos a la Universidad, pero a mediados de septiembre ya me enviaron a mi primer instituto asignado, en el que pasé cuatro días a la semana. Esta primera fase abarcaba desde septiembre hasta las vacaciones de Navidad.

En el segundo instituto trabajaba de enero a mayo (pero las clases presenciales se suspendieron en marzo por el Covid-19 y pasamos como personal de apoyo para las clases online). Los miércoles siempre iba a la Universidad, donde los tutores impartían un temario muy completo donde se hacía especial hincapié en los 8 estándares que debe cumplir un profesor en Reino Unido.

Al llegar al Instituto me permitieron observar durante una semana las clases de los profesores y, poco a poco, comencé a dar yo clases. Digo poco a poco, porque lo normal es empezar con pequeños ejercicios o explicaciones breves, hasta llegar a impartir clases enteras.

Esto depende mucho del centro, ya que en algunos existe la opción de dar clases el primer día

Desde que comenzó el curso hay figuras muy importantes que nos han acompañado, ayudado y guiado constantemente: los tres tutores de la Universidad (dos nos daban las pautas del PGCE centrado en idiomas, y otro lo hacía de forma general sobre la enseñanza), los mentores de los Institutos a los que nos enviaron como profesor en prácticas y los Professional Co-ordinating Mentor (PCM) que nos impartían formación semanal en los centros asignados y controlaban que todo fuera bien.

En el primer Instituto en el que trabajé la Universidad nos pedía enseñar un mínimo de 8 horas semanales, aunque podía llegar a 10 horas entre asistir a reuniones y observar algunas clases. En el segundo centro debíamos enseñar un mínimo de 10 horas semanales, más dos horas de reuniones y formación.

Pensaréis que no es mucho tiempo, pero a esto hay que sumarle la preparación de las clases y todo el trabajo adicional que nos exigía la Universidad, que era indispensable para conseguir el título.

Durante mi primera clase estaba muy nerviosa, lo reconozco, y eso que me tocó un grupo fantástico de Year 7 (primer curso de secundaria) con el que había trabajado previamente con pequeños ejercicios. La lección estaba estructurada como nos habían enseñado en la universidad y, además, antes de empezar entregué al profesor de la clase un informe detallado con todo lo que iba a hacer durante la clase, además de objetivos y tipo de evaluación para cada ejercicio.

Después, al terminar, añadí mi reflexión sobre la lección impartida, tal y como nos pide la universidad

Como os imaginaréis, esto requiere mucho tiempo porque, no sólo era preparar cada clase con unas determinadas directrices, sino que además debía quedar reflejado todo lo que hacía en cada momento. Esto debía hacerlo con todas las clases que impartía en el centro.

Mientras estaba enseñando, siempre había un profesor (solía ser mi mentor) que observaba todas mis lecciones y rellenaba un informe (a veces formal, a veces informal) mostrando mis progresos y todo lo que debía mejorar. De esta manera, podía unir los informes de los profesores a los míos sobre cada una de mis clases en un archivador.

Esto era muy importante, ya que una vez al trimestre recibía la visita de una tutora externa que observaba una de mis lecciones, se reunía con mi mentor y después conmigo y valoraba mis avances. Esta persona, además, revisaba mi archivador y hacía un informe para evaluar mi trabajo como profesora durante todo el año.

Para completar mi formación, además, debía tener una reunión semanal con mi mentor

Ahí comentábamos cómo iban mis clases, los objetivos que debía cumplir y cómo podía mejorar en algún aspecto. Durante este encuentro escribíamos todo en una plataforma digital (Abyasa), y adjuntábamos uno de los informes escritos por alguno de los profesores, para que la universidad comprobase mi evolución durante el curso. Además, puntualmente debía elaborar otro tipo de documentos que tenía que añadir a Abyasa como evidencia de mi labor como profesora.

Siguiendo en esta línea, la Universidad nos daba la oportunidad de interactuar con el resto de compañeros en otra plataforma digital (Moodle). Allí los profesores colgaban toda la información sobre las clases y los documentos importantes. Además, debíamos participar en un foro donde escribíamos sobre nuestras clases y nuestras reflexiones, mostrando siempre que cumplíamos con los famosos estándares de los profesores.

Como podéis comprobar, este curso no he tenido tiempo de aburrirme, pero no penséis que esto acaba aquí, en absoluto. Anteriormente he comentado que teníamos clases una vez a la semana en la universidad. Ese día estaba repleto de explicaciones, lecturas de libros, ejercicios, etc.

A eso hay que sumarle un ensayo trimestral, relacionado con la educación, y a los que he dedicado muchos fines de semanas

Estos trabajos de 3500 palabras debían seguir una serie de pautas de la universidad, y eran corregidos minuciosamente. Sin duda, pienso que esta ha sido la parte más pesada del curso, aunque tengo que reconocer que he aprendido mucho leyendo tantos libros (una media de 15 obras por cada ensayo).

Personalmente, creo que este postgrado es muy completo. Además de las clases en la Universidad y las prácticas en los institutos, he podido asistir a diferentes charlas, cursos, ferias, etc. que han enriquecido mi formación. He estado asesorada en todo momento por un gran equipo de profesionales que han resuelto todas mis dudas, y me he sentido respaldada y acompañada en todo momento por mis tutores, mentores y resto de personal de la universidad y del colegio de secundaria.

Puedo decir que este postgrado merece la pena, no sólo por la formación recibida, sino por la fantástica experiencia a nivel profesional y personal. El hecho de que las clases presenciales se suspendieran por el Covid-19 ha sido un gran reto, pero pienso que todos (profesorado y alumnado) lo hemos superado con creces.

Ahora comienza una nueva etapa, en la que trabajaré en un colegio de secundaria como Newly Qualified Teacher (NQT), en la que seguiré formándome y en la que la Universidad seguirá evaluándome. Pero para eso lo primero es encontrar un trabajo, ¡y ya voy tarde!

No penséis que es suficiente con mandar el currículum o hacer unas oposiciones, ¡para nada! La búsqueda de trabajo en Reino Unido es muy particular, pero eso os lo contaré con detalle en otra ocasión. Ahora tengo que dejaros, que debo preparar una entrevista, ¡deseadme suerte!

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Diana Granada
dianagran1@hotmail.com
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