17 Ene Pilar Zurita… Una mujer Caótica llena de perfección y de arte
Pilar Zurita, alias Caótica, sólo ha tardado dos años en dejar de ser una estudiante más de Bellas Artes en Sevilla, para convertirse en una de las promesas del tatuaje microrrealista a nivel mundial.
Resulta curiosa la facilidad que tienen los artistas para salirse de los bordes, no tanto de los que les marca el papel, sino de los que les impone la vida. Es lo que le pasó a Pilar Zurita, más conocida como Caótida, una tatuadora sevillana cuyo nombre tiene mucho que ver con su vida.
Aunque acaba de cumplir veintitrés años y solo lleva dos dedicándose al mundo del arte permanente, esta chica tiene un bagaje que muchos desearían para sí. Grandes ciudades como Los Ángeles, Londres o Milán brillan en su palmarés y aún le quedan localizaciones que tachar en su lista de cosas por hacer antes de los veintiocho.
El arte y la creatividad son dos amigos invisibles que viven con ella desde siempre. Todos los pedagogos hablan sobre el impulso creativo que se vive en la infancia y la alta dosis de imaginación que segregan los niños por todos y cada uno de sus poros; y eso que no conocen a Caótida.
Siendo pequeños, todos agarramos lápices y acuarelas, garabateando hojas de papel sin ton ni son, ni más sentido que el que nuestra psique inmadura nos dicta. Sin embargo, el suyo es un caso distinto. “De pequeña cogía los rotuladores y me pintaba yo misma. En todas las fotos que tengo siendo una niña, salgo con los brazos pintarraqueados. Creo que esos fueron los inicios del tatuaje”, afirma Pilar.
“La creatividad es algo con lo que nacemos los humanos, pero no todos les sacan partido”
En plena juventud y un negocio recién abierto en Sevilla, tiene las ideas claras y los pies en la tierra, pero no siempre ha sido así. Igual que un amigo, la vena artística ha ido y ha venido a lo largo de su vida. Confiesa que, con dieciocho años, recién graduada del bachillerato, dejó a un lado el arte y asumió que, si quería hacer algo con su vida, su camino estaba detrás de una calculadora, así que se matriculó en la carrera de ingeniería.
Sus padres la llamaron loca, pero ella necesitaba probar que aquello no era su sueño. “Si sigues siempre el mismo patrón, nunca vas a saber si te estás equivocando. Tienes que hacer muchas cosas para saber dónde quieres enfocarte”. Así lo dice y así lo vive.
Tardó un año en desmatricularse y darse cuenta de que el patrón que seguía desde niña no era el equivocado. Debía seguir pintando por esos bordes. Fue cuando entró en Bellas Artes y unos compañeros le propusieron hacer el curso de tatuadora, cuando nació Caótida.
A escondidas de sus padres, ella y dos amigos acudieron a un estudio para hacerse su primer tatuaje. Allí, la conversación que tuvo con el tatuador y el modo en que, con una aguja, consiguió transformar las ideas que flotaban sin rumbo por su imaginación en el dibujo que ahora lleva sobre su piel, acabaron por conquistarla.
Pilar Zurita… Transformando las ideas en arte
La mecha se encendió y la bomba explotó cuando empezó a tatuar a amigos y familiares. A los que se dejaban, claro. Con diecinueve años, inauguró un pequeño estudio en Pilas, su pueblo. “Todo el mundo suele empezar tatuando en sus casas, pero yo siempre he sido muy ‘agonía’ y estricta conmigo misma, sobre todo en lo profesional, así que quise hacerlo todo lo más legal posible”. A partir de entonces, todo vino rodado.
Hoy, Pilar es una tatuadora de renombre que recibe invitaciones de estudios de todo el mundo, no solo por su talento, sino también por la disciplina a la que se dedica.
El microrrealismo a color consiste en la creación de piezas únicas en un espacio máximo de diez centímetros, utilizando una única aguja. El de Caótida es uno de los dos únicos estudios que practican esta especialidad en toda la ciudad.
“En el arte todo es o muy grande o diminuto. Las dimensiones de las obras siempre me han transmitido mucho y creo que expresan bastante”
Buena parte de sus trabajos son detalles de obras de arte reconocidas en todo el mundo, o incluso, ha llegado a plasmar cuadros completos sobre la piel de sus clientes.
Con sus tatuajes, intenta dar al arte el valor que tiene y que, últimamente, dice, se está perdiendo. “Poco a poco, parece que la sociedad cada vez es más consciente de lo que es el arte y de que es una cosa que hay que pagarla; aunque, esto, sobre todo, se da fuera de España. Aquí sigue existiendo la cultura del regateo. No entiendo cómo se puede negociar con algo tan personal y único, que, además, va a ser suyo para toda la vida”.
El arte no tiene precio, pero de algo hay que vivir
Se autodefine como “el caos que se dedica a hacer cosas perfectas”. Su mente nunca descansa, siempre alerta y buscando la manera de crecer y mejorar; pero, cuando tatúa, se evade del resto del mundo y deja que su mano y su aguja derramen creatividad por ella. “Sinceramente, no sé cómo alguien como yo puede dedicarse a esto. Soy un desastre que se pasa más tiempo en el suelo que de pie. No paro de investigar cómo puedo innovar y cómo puedo seguir aprendiendo”, confiesa, “pero creo que todo ello me sirve, al final, para exigirme más a mí misma y crecer”.
Una mujer minuciosa en su trabajo. Intenta que cada puntada en la piel de sus clientes lleve su firma. Y es que, al igual que en la moda, otra de sus pasiones, Pilar cree que todo necesita una seña de identidad. Y, al igual que la moda, el tatuaje guarda gran relación con la autoestima y con la necesidad de que quien lo luzca se vea mejor consigo mismo.
“Cada vez salen más piezas enfocadas a que los clientes se vean mejor con su cuerpo, sin importar tanto el significado que tengan. Eso se ha quedado un poco anticuado. Hay gente que se tatúa un brazo entero de negro. Eso es pura estética”.
Sus claves para el éxito: los pies en la tierra, la mente en polvorosa y la vida en el estudio
Pero la psicología, más tarde o más temprano, también acaba por cumplir su función en el mundo del tatuaje. En los últimos años han surgido nuevas técnicas que permiten esconder cicatrices y lesiones con tatuajes. Caótida ha sido autora de este tipo de obras y asegura que “cuando acabas con un tatuaje que cubre una cicatriz, la cara de los clientes no tiene precio”.
De autolesiones en una muñeca, nacen amapolas y margaritas que simbolizan el renacer. Una estampa cálida de primavera que deja atrás el frío dolor de un invierno pasado. “Es como renacer. De una cosa que te hacía odiarte, ahora tienes una que te empuja a quererte más a ti misma. El tatuaje, aunque no lo parezca, tiene mucho que ver con el empoderamiento”.
Detrás de cada tatuaje, se esconde una historia de temática imperfecta: Algunas de dolor, otras de rabia y muchas de superación.
Pilar Zurita sabe plasmarlas a la perfección con la ayuda de solo dos instrumentos: una aguja microscópica y una imaginación infinita
Horas y horas sentada en el estudio hablando con los clientes acerca de sus tatuajes y de los significados que se esconden tras cada trazo, crea un lazo especial entre el tatuador y el cliente que deriva la conversación a otros temas más personales de modo que “creas un vínculo de conexión. Al final lo que estás haciendo es tatuar la personalidad de una persona. Conocer tantas historias te ayuda a crecer y dejan huella en ti. Intento que quien se tatúa me vea como una amiga y, en más de una ocasión, me he encontrado clientes que se han convertido en mis amigos”.
Cinco años. Es el plazo que se autoimpone Pilar para alcanzar la cúspide donde quiere estar. “Creía que me iba a resultar más difícil abrirme un hueco, pero con las redes sociales y, sobre todo con Instagram, lo estoy teniendo más fácil de lo que imaginaba”. Y es que, a pasos de gigante, es difícil perder la esperanza de llegar a lo más alto.
En solo dos años, Pilar Zurita ha conseguido tatuar en estudios de todo el globo con profesionales mundialmente reconocidos
Sus aspiraciones tienen forma de billete de avión a cualquier parte donde pueda seguir aprendiendo nuevas técnicas que le ayuden a crecer como profesional. “Aún me queda camino por recorrer, pero estaría ciega si no viese que he sufrido un cambio a mejor en estos dos años”, reconoce Caótida.
A Pilar Zurita no le hace falta zapato de tacón para pisar con seguridad la tarima de los estudios en los que trabaja. Sabe valorar su obra y, aunque admite que todo es mejorable, no acepta que nadie desprestigie su trabajo, ni mucho menos a ella como mujer. “Cada vez más, la mujer consigue el papel que se merece en el tatuaje y en el arte. Ya no sucede como cuando vas a un museo y ves que casi todos los autores son hombres; pero sí es verdad que sigue existiendo cierta discriminación, sobre todo en España. En uno de los estudios a los que fui como guest, artista invitada, lo primero que me preguntaron fue qué quería tatuarme. Daban por hecho que por ser mujer y mi estética no iba allí a trabajar. Con los clientes, es todo lo contrario, recibes mucho más apoyo que otra cosa”.
Sin dejarse avasallar por nadie, Pilar Zurita ha aprendido a valorarse como mujer y como profesional. Todo apunta a que su futuro dibuja una sola palabra…
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