05 Dic Mobbing laboral, cuando el silencio es sufrimiento
Mobbing laboral… saliendo del silencio
En primer lugar, me gustaría presentarme a todas los lectoras y seguidoras de Mujeres Valientes. Soy Tamara Huelga, propietaria del despacho Abogados H, en Cádiz capital, especializado entre otras áreas, en Derecho Laboral. Además, colaboro en el despacho Mateos Selma Abogados, que seguro que conocéis porque es de una gran amiga y colaboradora de este medio, María José Mateos Selma, ejerciendo allí como laboralista.
En segundo lugar, me gustaría indicar que recibo la participación de Mujeres Valientes con una tremenda alegría e ilusión. Los que me conocen saben que soy una feminista de nacimiento, así que imaginaos lo que supone esta oportunidad.
Para mi primera publicación, he decidido compartir con vosotras un caso real que llevé hace tiempo en el despacho, y que me dejó marcada. Evidentemente, he optado por cambiar los nombres y parcialmente los hechos, para proteger la intimidad de las partes, pero la historia es real como la vida misma. A través de ella, vamos a analizar una de las figuras más desagradables del derecho laboral, como es el Mobbing o acoso laboral. Podemos definir esta figura como una situación de constante acoso, o asedio, ejercido sobre una persona, bien por un grupo, bien por un único individuo, en el ambiente laboral, produciendo en la persona acosada, angustia, desánimo o incluso miedo en su trabajo. Y he decidido empezar por aquí porque, aunque tanto mujeres como hombres son susceptibles de sufrirlo, vemos continuamente en las estadísticas cómo siempre las mujeres superan en porcentajes a los hombres como víctimas del acoso en el trabajo.
La protagonista de nuestra historia, a la que llamaremos Macarena, lleva toda la vida trabajando en una pequeña empresa, una oficina por concretar un poco más, con unos 20 trabajadores. Después de 10 años trabajando allí, se ha ganado la confianza total del dueño de la empresa, que le da el cargo de encargada, y delega en ella casi todas las funciones de jefatura, para poder ocuparse de otras empresas que posee. Es tal la confianza, que el jefe casi no pasa por la oficina. Sólo de vez en cuando se acerca para reunirse con Macarena para que ésta le indique cómo va el negocio, cómo rinden los trabajadores, y cuáles son las cuentas.
Pues bien, llegados a este punto, comienza a trabajar en la empresa Sandra, como subordinada de Macarena. La relación es mala desde el principio. Sandra es una persona que presume de que “nunca nadie de le ha dado órdenes, que sólo ha tenido una jefa en su vida”… y que al final ésta acababa haciendo lo que a ella le daba la gana. Así que el clima en la oficina se empieza a enrarecer. En un primer momento, Macarena intenta quitar hierro al asunto, pensando que poco a poco la trabajadora se acostumbrará a su nueva situación. Pero pasan los días, y la actitud de Sandra es cada vez más altiva, provocando roces continuos entre encargada y subordinada. Lo que en un principio son sólo algunas palabras más altas que otras, termina con discusiones continuas entre ambas.
Macarena intenta contárselo a su jefe cuando va a la oficina, pero en parte por la confianza que le tiene depositada, en parte porque piensa que son cosas de mujeres, que no saben llevarse bien entre ellas (voy a obviar comentar sobre esto último), éste pasa por encima del problema.
El siguiente paso son los insultos que Sandra empieza a proferir a nuestra protagonista. En principio son algo por lo bajo, al final de las discusiones, para tener la última palabra, y Macarena intenta hacer como que no lo ha oído. Pero luego Sandra se va embraveciendo, y se atreve incluso a decirlos a viva voz, delante de todos los trabajadores de la oficina.
La situación va pudiendo poco a poco con la moral de Macarena. Tengamos en cuenta la peculiaridad de este caso, en el que no es el jefe o superior quien ejerce el acoso sobre un subordinado, sino que es una trabajadora quien ejerce el acoso sobre su encargada. Pronto empieza a sentirse mal física y emocionalmente, llegando incluso a no querer levantarse por las mañanas, padeciendo náuseas y vómitos sólo con pensar en la idea de tener que ir a trabajar. Decide recurrir a un especialista, que le prescribe medicación, e incluso, en ocasiones, tiene que darle una baja laboral.
Sandra, que ve la debilidad que está creando en su encargada, y que anhela su puesto, aprovecha la situación para seguir subiendo escalones en la espiral de acoso que ha comenzado. Durante las ausencias de Macarena, en los períodos en que se encuentra de baja, se postula como la mejor para suplirla como encargada; y por supuesto, para dorarle la píldora al jefe, en las contadas ocasiones en las que va, indicando que Macarena tiene problemas prácticamente desde siempre, y que entre ellas sólo ha habido alguna que otra discusión sin importancia.
La situación empeora aún más cuando Macarena queda embarazada, y tras el parto, acuciada por la situación que vive en su oficina, decide pedir la reducción de jornada. Es el momento ideal para que Sandra obtenga lo que desea: ser nombrada encargada, primero en sustitución de Macarena, y luego, junto con ella. Ahora que ha conquistado la oficina, y que Macarena pasa allí pocas horas, sólo le queda terminar de eliminarla de la oficina. De manera que empieza a vaciarla de funciones, haciéndose cargo de todo el trabajo, y sin aceptar ningún tipo de reparto interno entre ambas. Además, como los trabajadores han llegado a temerla, prefieren hacerle caso antes de que su cabeza sea la siguiente que pida la nueva encargada. Así, Macarena acaba trabajando, en su mesa, delante de su ordenador, sin nada que hacer en todo el día; pues cuando llega, ya esta todo hecho, o repartido, o Sandra ha indicado que quiere hacerlo personalmente.
Uno de los días más duros, es cuando un trabajador decide enviar a Macarena todo lo que Sandra comenta de ella en un grupo de whatsapp que ha creado con los demás trabajadores. Los insultos, que pasan por sus aspectos psíquicos, y físicos (incidiendo en esto último en cómo ha quedado su cuerpo tras el parto), son tan crueles que os voy a ahorrar la lectura de los mismos. Baste decir que tras esto, y con la crisis nerviosa que sufre, Macarena toma la decisión de que no quiere acudir más a trabajar, y busca ayuda profesional en nuestro despacho.
Se ponen en marcha todos los mecanismos necesarios para protegerla. Definitivamente obtiene una baja larga, que le permite casi no tener que reincorporarse al trabajo hasta que se solucione la situación. Además, se recurre a la Inspección de Trabajo, que tras acudir en varias ocasiones a la empresa, y reunirse con las interesadas y con los demás trabajadores, termina certificando que existe cierta situación de acoso entre Sandra y Macarena, y que el ambiente de trabajo con las dos en la oficina es prácticamente insoportable. Por otro lado, Sandra es condenada en un Juzgado de lo Penal por los graves insultos que, tanto verbalmente como por escrito, ha proferido a Macarena.
Entre tanto, la trabajadora acosada acude también a los Juzgados de lo Social, para pedir que su contrato con la empresa sea resuelto, alegando como causa el mobbing sufrido. Y aquí existe otro dato curioso, porque, aunque el acoso viene por parte de una trabajadora, y como hemos comentado, el jefe nunca está en la oficina, existe una deber de vigilancia de la empresa, que aquí se entiende omitida, razón por la cual, Macarena tiene también que demandarla, como responsable del mismo. Tal es la sorpresa del dueño de la empresa cuando empieza a ver los frutos patentes de la actuación de Sandra en la empresa, que empieza por fin a creer que Macarena no está loca, sino que la situación es real. Pero claro, las cantidades que se piden son elevadas, por lo que intenta convencerla para que no deje la empresa, incluso despide disciplinariamente a Sandra, pero Macarena ha decidido buscar justicia, y no quiere dar un paso atrás, ni volver a un puesto de trabajo en el que tanto ha sufrido.
Algunos de los lectores conocerán que antes de entrar en Sala, cuando estamos en lo social, existe un acto de conciliación en la oficina judicial. Y es aquí cuando, ante la cantidad de prueba recopilada por mi representada, y por la astronómica cantidad que pedimos, tanto por la resolución de contrato como por los daños y perjuicios causados, el abogado de la empresa decide pactar, y podemos cerrar un acuerdo. Se reconoce la situación de acoso laboral sufrida por Macarena, y se le da íntegra la indemnización que le corresponde por los años trabajados, consiguiendo también una buena cifra en cuanto a los daños sufridos.
Si se ha hecho justicia o no, es algo que dejo a la opinión de cada uno, pero lo cierto es que conseguimos acabar con la situación que sufría la víctima, que obtiene además una cantidad de dinero suficiente como para empezar una nueva vida, y decide abrir con él su propio negocio, aunque en un ámbito totalmente alejado de la actividad de su empresa anterior. Poco a poco se van curando sus heridas emocionales, y hoy es una mujer completamente feliz, además de madre y empresaria. Además, aunque no lo pedimos nosotros directamente, Sandra sale de la empresa, con lo que el ambiente laboral, por lo que hemos podido saber, volvió a la normalidad en un par de meses.
Hasta aquí nuestra primera entrega en Mujeres Valientes. Espero de corazón que sea de vuestro agrado, y que mueva a todos aquellas que se sientan identificadas con la situación a romper el miedo y tomar medidas ante el acoso laboral, sea sufrido en primera persona o por un compañero. ¡Hasta la próxima!
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