Melina Mercuri, la diosa griega del Siglo XX. Mujeres Valientes

Melina Mercuri, la diosa griega que cambió el Siglo XX

Melina Mercuri, la diosa griega del Siglo XX. Mujeres Valientes

La reciente muerte de Camilo Sesto ha recuperado su legado musical y en estos días hemos podido disfrutar de algunos de sus grandes éxitos, entre ellos ‘Melina’. Casi todo el mundo puede tararear la canción, pero no todos saben que está dedicada a una mujer a la que todo un país despidió como la diosa de la belleza y la libertad.

Actriz, cantante, política y convencida europeísta, María Amalia Merkóuri nació en Atenas en 1920, según algunas biografías, y cinco años después según otras (ella nunca quiso despejar las dudas). Nació en una familia aristocrática y muy involucrada en la política. Su abuelo fue alcalde de Atenas y su padre y su tío fueron parlamentarios.

Melina Mercuri pasó su infancia rodeada de políticos y artistas, por lo que a nadie extraña que esa fueran sus dos vocaciones vitales

Desde muy pequeña imitaba las actuaciones de los actores de cine mudo y repetía las canciones que escuchaba en casa de su abuelo. Precisamente él, su abuelo, fue el único miembro de su familia que la apoyó en sus aspiraciones artísticas.

Siendo aún casi una adolescente conoció a su primer marido, Panos Jarokopos, con quien se casó con solo 17 años. Él, en todo momento apoyó su pasión por el teatro y facilitó sus estudios en la Escuela Dramática del Teatro Nacional. Trabajó duro, interpretando obras como “El luto le sienta bien a Elektra” o “Un tranvía llamando deseo”.

En 1952 se traslada a París y da el salto a la gran pantalla. Es allí donde conoce al director de cine Jules Dassin, que después sería su marido. Comienza a tener renombre internacional con las películas “Nunca es domingo”, “Fedra” o “El que debe morir”.

Melina Mércuri viene a España y rueda, “Los pianos mecánicos a la orden de Juan Antonio Bardem

De su carrera musical, destaca su interpretación en “Illya Darling”, uno de los musicales más recordados de Broadway. Y fue allí, en Manhattan, donde se enteró del golpe de Estado de Los Coroneles que terminó con los derechos constitucionales en Grecia y llenó las calles de tanques… Era abril de 1967 y Melina, que había mostrado públicamente su rechazo al golpe de estado, tuvo que emprender un exilio que duró hasta 1974.

Su postura le costó la nacionalidad griega, la confiscación de sus propiedades y tres intentos de asesinatos. Es entonces cuando inicia una incansable actividad política en toda Europa denunciando el régimen fascista de Grecia, participando en manifestaciones, huelgas de hambre…

La Dictadura de los Coroneles termina el 24 de julio de 1974 y dos días después regresa a Grecia… Miles de personas la esperan en el aeropuerto. Impacta su imagen bajando del avión llorando y mostrando el signo de la victoria con las manos. Sin dejar del todo sus actividades artísticas, la lucha política se convierte en su prioridad.

En 1981, durante el Gobierno de Papandreu, ocupa la cartera del Ministerio de Cultura. Organiza exposiciones de temática griega en museos de todo el mundo y se entrevista con las más altas personalidades de la época. Pero el máximo empeño de Melina era recuperar el legado clásico de Grecia.

Melina Mercuri intenta que vuelvan a casa los ‘Mármoles de Elguin’, una gran colección escultórica que el británico Lord Elguin se llevó a Inglaterra a principios del siglo XIX tras ordenar retirarlos del Partenón. A pesar de su empeño, los mármoles no volvieron y quienes los quieran ver tienen que ir al Museo Británico.

Trabaja por y para Grecia, pero también se esfuerza en crear estrategias comunes entre los países europeos. Suya fue también la idea de crear las Capitales Culturales Europeas, proclamándose Atenas en la primera de ellas.

Fumadora empedernida, padece cáncer de pulmón y mientras es tratada en Nueva York, tiene un fallo cardíaco que pone fin a su vida el 6 de marzo de 1994.

El cadáver de Melina Mercuri es trasladado a Atenas y más de millón y medio de personas se lanzan a las calles para despedir a su diosa

Junto a pétalos de rosa y ramilletes de flores, ciudadanos anónimos depositan numerosas cajetillas de tabaco ante su féretro. Fue enterrada en el cementerio de Atenas pero antes, su viudo, Jules Dassin, ordenó que le abrieran la caja. Besó el rostro de su mujer y de una bolsa sacó un vestido rojo de terciopelo que introdujo en el ataud. Dassin cumplía así uno de los últimos deseos de su mujer.

En su honor, la UNESCO creó un premio que lleva su nombre para reconocer las iniciativas más destacadas que busquen recuperar los paisajes más emblemáticos de todo el mundo. Además, su viudo creó la Fundación Melina Mercuri para mantener vivo su legado. Uno de los objetivos principales de la Fundación sigue siendo que los mármoles del Partenón regresen a Grecia.

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Mamen Gil
mamengil@telefonica.net
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