21 Abr La mejor mitad: Mujeres judías artistas antes de 1938
Mujeres judías. Artistas en busca de la libertad creativa
En la capital austriaca, los tiempos eran muy difíciles para las mujeres artistas antes de 1938. Por lo que resulta más que sorprendente que algunas de ellas como Tina Blau, Broncia Koller-Pinell, Marie-Lousie von Motesiczky o las ceramistas Vally Wieselthier y Susi Singer pudieran destacarse en el contexto cultural que se les ofrecía. E incluso, cabe señalar, que otras cayeran en el más absoluto olvido.
La exposición presenta la obra de 44 artistas, así como sendas arduas carreras profesionales marcadas por la lucha en proponerse en un sector dominado por los hombres. Esta cita quiere centrarse también en sus prometedoras trayectorias, interrumpidas precozmente a causa del exilio forzado o del internamiento en los campos de exterminio nazis.
Nos referimos a un núcleo de pioneras en su campo, que llegaron a revolucionar el arte en la Viena desde finales del XIX hasta la Segunda Guerra Mundial, y que merecen ser recordadas como ahora lo hace dignamente el Museo Judío vienés.
En Austria, como en tantos otros países, se les prohibía el acceso a la formación artística, que no llegaría hasta 1920, intensificado con las barreras que se levantaban para sus propuestas… hasta tal punto que algunas de ellas permanecen desconocidas en la historia del arte. Todo esto agravado por su condición de judías, ya que debieron soportar la represión dictada por el nazismo que dominaba el país a partir de 1938, con la amenaza de deportación, de acelerado exilio o de exterminio, como registra la historia.
La galería expositiva arranca con la obra de las pioneras que impulsaron las nuevas corrientes en el escenario austríaco: Tina Blau (1845-1916) con sus paisajes al aire libre, que aportó la mejor interpetación del impresionismo francés en su país, o Teresa Feodorovna-Ries (1874-1950), de origen ruso, que adaptó sus esculturas entre las formas impresionistas y los contenidos simbolistas. De ella se expone su ‘Bruja’, provocadora de escándalo quizás por la atracción que ejercitaba en hombres como Gustav Klimt o el mismo emperador austrohúngaro.
Asimismo, la muestra enfoca la presencia de la mujer en los Talleres Vieneses, una cooperativa artística, fundada en 1903, en la que participaron numerosas artistas: algunas de ellas, escultoras y ceramistas, forman parte del núcleo expositivo. Estos Talleres constituían una verdadera conquista para la formación femenina, reforzada por la Asociación Austríaca de Mujeres Artistas, fundada en 1910 como reacción a las dificultades imperantes, que continuarían a lo largo de otra década. Gran parte de las autoras compartían el ímpetu vanguardista del Novecientos y el factor cultural como la influencia alemana, desde el expresionismo a la abstracción, que asimilaban y reinterpretaban en un perfeccionamiento de su camino profesional.
Tras la Primera Guerra Mundial, participan en la Modernidad con un renovado entusiasmo, típico de las épocas de entreguerras, dada la relativa apertura de la educación artística -donde no dejaban de faltar los prejuicios y las limitaciones- que facilita la actividad cultural por parte de las mujeres, más evidentes en otras capitales europeas como París o Berlín, sin lograr el justo reconocimiento o una valoración como la desplegada en el Museo Judío.
En las corrientes vanguardistas, nace un nuevo modelo estético postexpresionista abierto a dos tendencias, ‘objetiva’ y de ‘realismo mágico’, de las que son exponentes Margarethe Hamerschlag (1902-1958), con unas xilografías que entrelazan el expresionismo a las nuevas corrientes, y Bettina Ehrlich-Bauer (1903-1985), que con su ‘Jonny spielt auf’ homenajea el jazz jugando con la inclusión de una máscara, definido ‘mágico’, o con su Autorretrato, ejemplo de su alto nivel ‘objetivo’ y poco generoso con ella misma.
Todo este período -la década de los veinte y los primeros años treinta- quedó esfumado debido a las violentas agitaciones en la sociedad austriaca y posteriormente por el avance de la potencia nazi, que arrasaba con las vidas y las carreras de tantísimas artistas, cuya memoria reivindica el evento vienés como una especie de resarcimiento asignándole su justo lugar en la Historia del Arte.
Museo Judío – VIENA (hasta el 1 de mayo 2017)
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