26 Jul Historias de victimas reales de Violencia sobre la Mujer
Victimas reales… Las historias que no cesan
Este mes, como casi siempre, os traigo a mi sección de Mujeres Valientes, historias de víctimas reales. Y también como siempre, cambiaré los datos personales por protección de ellas, y de los menores implicados. Pero creo, firmemente, que hay que hacerlo. Que es necesario que se oiga la voz de los que pasamos horas, y días, en los Juzgados de Violencia sobre la Mujer.
Escribo, por tanto, como abogada
Pero también, irremediablemente, como mujer. Como esposa, como madre (de un varón y dos hembras), como hermana, como hija, como nieta, como autónoma. Y, sobre todo, como persona libre, independiente.
Escribo por Lidia, una clienta que tenemos en el despacho desde hace tiempo. Una chica italiana que lo dejó todo en su país por el “amor” de su vida. Cuando aquello acabó, se vio en una tierra que no era la suya, con dos hijos pequeños, y nadie que le echara un cable.
Vive continuamente en el “alambre”, criando a esos dos hijos sola, intentando a la vez estudiar y trabajar. ¿El padre de las criaturas? Nunca puede ir por ellos, porque siempre está trabajando, pero cuando llega el día de pagar la pensión, nunca puede porque no tiene dinero.
Lidia, que debería dejar a sus hijos con su ex los martes y los jueves, pregunta cada lunes y cada miércoles por WhatsApp si los va a recoger (más de una vez se han quedado esperándolo en el colegio).
¿Queréis saber cuál es la respuesta de él? Insultarla y humillarla
Tengo decenas de pantallazos donde, por el simple hecho de preguntarle: “¿Pedro, mañana qué?” Obtiene una respuesta inmediata de: “¿Pero tú me estás vacilando? Eres una puta, y una amargada, estás sola, lo que tienes que hacer es centrarte en tus hijos, que eres muy malamadre. Abrígalos, que siempre los tienes malos. Loca, que estás loca”.
Cada vez que veía aquello, le decía que tenía que denunciar
Y ella nunca quiso. Hasta un día, en el que decidió ir a comisaría. ¿Y sabéis que pasó? Que el agente que la atendió le dijo que no le recogía la denuncia porque aquello no era delito. Tuve que recordarle al caballero que su misión no era juzgar los hechos, sino recogerlos por escrito, que ya me encargaría yo de que hubiera una condena.
Redactó la denuncia rumiando que: “diga lo que diga la abogada, aquí no hay delito ninguno”. Vamos, que una tiene que aguantar que “la pongan vestida de limpio”, y tiene que hacerlo cruzada de brazos. Ese señor no me conoce a mí.
Y hubo condena
Pedro llegó al juzgado argumentando que le había dicho todo eso porque “estaba calentito” de que le preguntara tanto, sabiendo que él está trabajando. Que tenía muchísimas conversaciones en las que ella lo insultaba también a él.
Evidentemente, no aportó absolutamente nada, porque no lo tenía. Pero tuvo el descaro de decir que había sido por falta de tiempo. Que el juzgado le había comunicado los hechos muy tarde…Y se llevó una condena por trato vejatorio, y una merecida reprimenda verbal de la jueza de violencia.
Escribo por Dolores, que ha sufrido acoso durante años por parte del padre de su hijo, y sin embargo, decidió retirar la denuncia. ¿Queréis saber por qué? Porque la última moda en materia de maltratadores es poner denuncia a sus víctimas, llenar el asunto de mierda hasta que nos llegue a las cejas.
En cuanto se saben denunciados, van a comisaría a interponer denuncia, por lo que sea. En este caso, sirvió un trozo de vídeo (que él mismo grabó), de hace más de dos años, en el que Dolores le gritaba que le devolviera su propio móvil, y le decía: “¡me estás volviendo loca, Juan! ¡Me estás volviendo loca!”. Eso y unos mensajes del chat de padres del colegio, en el que ella, cansada de bloquearlo de todas partes, recriminaba que lo hubieran metido en dicho grupo.
Dolores tenía más de 500 mensajes, sólo de los últimos meses, de su ex, todos sin contestar. Las “conversaciones”, por llamarlas de alguna manera, eran surrealistas, porque saltaban del WhatsApp a los sms, chat de Insta y Facebook, y a usar el móvil del hijo, según él se iba viendo bloqueado de los canales anteriores:
– Necesito hablar contigo, sólo un momento.
– Por favor, cuando tengas un momento, me llamas.
-Ya veo que pasas de mí, no te vuelvo a molestar.
-Me parece muy fuerte, que la hora que es, no te hayas dignado en contestar, no te molesto más.
-Las 8 de la mañana y sin contestar, seguro que estás con el.
-Sólo quieres hacerme sufrir, y buscarme una ruina.
-¿Te has depilado para él? Qué suerte, conmigo nunca tenías ganas de sexo.
-No entiendo por qué me estas haciendo tanto daño, Dolores.
-Dolores, me voy a quitar del medio. Y tu vas a tener la culpa.
-Dolores, a pesar de todo, no me arrepiento de tener un hijo contigo, eres una pedazo de madre.
-Dolores, he visto que anoche saliste, tienes que abrigarte más.
-Con 39 años y de tío en tío, que fuerte. Piensa mejor las cosas que haces.
-Dolores, por favor, llámame cuando puedas.
Una locura de conversaciones donde Juan se iba calentando y enfriando por momentos, en una espiral de intentos por ver a qué mensaje contestaría ella
El caso es que, cuando sabe que lo ha denunciado, él no sólo interpone una denuncia, sino que, además, en el juzgado, hace el papelón del siglo. Rompe a llorar diciendo que sí, que él le manda muchos mensajes, pero porque ella no le decía que estaba con otro.
Que él necesitaba saber de su boca si estaba con otro, para abrir los ojos. Mire, caballero, llevan ustedes tres años separados, dígame qué explicaciones se le deben. La cosa es, como digo, echar balones fuera. Cuando mi clienta se ve denunciada, le entra el pánico, y decide retirar la denuncia.
Además de eso, el llanto consistía en el hecho de que quería ver a su hijo, y supuestamente, ella no lo dejaba.
La jueza fija que las visitas se hagan en un punto de encuentro. Esto que os digo es de finales de junio. Pues bien, llega julio, y es el mes de verano completo en el que tiene que estar con su hijo. Se lo lleva el día 1 del punto de encuentro. El día 4, se había fijado que la madre tuviera una visita por la tarde, de tres horas. Así que el señor, lleva al niño a las 6, y NUNCA MÁS VUELVE A RECOGERLO.
No atiende al teléfono, no ya del punto de encuentro, es que ni de su propio abogado. El mismo que ha pedido la custodia compartida de su hijo, es el que a la primera de cambio, se desentiende del mismo. ¿Sabéis por qué? Porque jamás quiso una relación más estrecha con su hijo.
Quiso controlarla, de una manera o de otra. Hacerla sufrir a como diera lugar. Con sus antecedentes (algunos de la misma índole con otras chicas), y una pena suspendida por tráfico de drogas, hubiera entrado en prisión.
Pero mi clienta tuvo miedo
Miedo de que también la condenaran a ella. Aunque no tuvieran nada estable en su contra. Y retiró la denuncia. Esa misma semana, la estaba llamando al teléfono fijo de su casa, insistentemente. Y como no consiguió que se lo cogiera, decidió abandonar al pequeño en el punto de encuentro, esperando que ella lo llamara montando un circo.
Así es como va a ser su vida, si no decide denunciar de nuevo, y llegar hasta las últimas consecuencias. Y aquí me tendrá, decida lo que decida. No puede verse sola en esta lucha. No se lo merece. Ni ella, ni ninguna.
Historias como éstas, las tengo por docenas
Las mujeres iniciamos, no hace tanto, una revolución. Una silenciosa, pero imparable lucha. Por la igualdad. Por el fin de la violencia contra nosotras, en todas sus manifestaciones. Por el futuro que dejamos a las generaciones venideras.
Y, he de decirlo: estoy orgullosa de lo que hemos conseguido. Hemos demostrado a la sociedad internacional que se puede, y se debe, hacer la revolución, que la misma debe ser feminista, y lo más importante, que es posible hacerlo de manera pacífica. Que no estamos en contra de nadie. Que no odiamos a nadie. Que no hay bandos.
Sólo nos queda, seguir andando. Y estoy segura de que lo haremos. Somos fuertes, somos guerreras…
Somos Mujeres Valientes
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