Hacer justicia... Cuando no es una frase hecha. Mujeres Valientes

Hacer justicia… Cuando no es una frase hecha

Hacer justicia... Cuando no es una frase hecha. Mujeres Valientes

 

Este artículo en Mujeres Valientes es especial. No por nada, sino porque esta mañana, me he tomado un café con mis queridos “tercios de aguacate”, Tamara y Gloria. Os lo cuento porque la conversación que hemos tenido ha sido un tanto especial, de cara a un momento que yo sabía que tenía que llegar.

Hace unos meses, Tamara publicó un artículo en relación a una carta que yo le escribí. En ella hacía referencia a una demanda que me habían puesto, y que yo me planteé una pregunta… ¿Qué siente un letrado al ser Juzgado?

 

Ese artículo terminó, diciendo y reflejando la victoria que habíamos tenido ahí

 

Vencimos, además de forma aplastante, pero claro, la cosa no terminó ahí. Y por una sencilla razón, porque básicamente se formuló un recurso de apelación todavía más salvaje que la demanda que inició el sufrimiento en el que me vi sintiendo, durante cuatro años, con este asunto.

Hoy ellas han tenido una conversación conmigo, y me he abierto en canal. Os dejo esta conversación como el artículo en el que cierro un capítulo importante que ha marcado un antes y un después en mi vida, y del que ahora me toca a mí hablar.

Algunas de las respuestas, chicas, están ampliadas, porque como terminamos la conversación me dijisteis… ¿Se te ha quedado algo dentro? Y como es la oportunidad que tengo de abrirme en canal, voy a cumplir mi promesa, y no dejar nada dentro. Creo que este artículo va a ser el más largo que voy a escribir, pero creo, al menos… que por una vez, en este asunto, voy a poder hablar, porque ahora me toca a mí.

Pregunta.- Tal vez el tema más interesante es empezar por el principio. ¿Qué es lo que sientes? Cuando te dicen, porque tú no ves la demanda, porque estás conmigo cuando la demanda llega. ¿Qué es lo que sientes cuando te dicen que tienes una demanda?

María José Mateos.- A mí se me da en dos tramos, quiero decir. Mi marido siempre que llega un sobre me manda foto antes de abrirlo. Yo veo en la foto un sobre a mi nombre del Instancia 1 de Cádiz. Le digo “Bueno, ábrelo”. Y cuando lo abre, no me da tiempo a ver la foto. Recibo una llamada de mi marido muy nervioso, diciéndome literalmente “te están demandando por 64.000 euros” repetidas veces. Le digo “Chiquillo, espérate, cálmate”. A mí se me descompone el cuerpo, porque yo sabía que tarde o temprano este momento iba a llegar, porque este tema venía coleando desde el 2018.

Tamara Huelga.- Pero, psicológicamente, porque yo me imagino la sensación de cuando te llevas una mala noticia, tienes la sensación en el cuerpo como que la sangre se te baja entera. Es decir, ¿psicológicamente qué pasa dentro de ti cuando eres consciente de que ya no es un miedo que tú llevas, porque la tienes en el móvil?

María José Mateos.- Os va a parecer una tontería, lo que a mí me entra es como si, aparte de sentir un sudor frío en el cuerpo, que me entrase un escalofrío por la espalda… Como si pasara a verlo desde fuera. Como pasar de mis ojos a verme a mí misma desde el otro lado y completamente bloqueada. Yo no era capaz de procesar nada, yo decía… De hecho además, yo no fui capaz de decirte nada a ti porque dio la casualidad de que en ese momento había un cliente en el despacho con el que tú estabas hablando. Fue la espera más larga de mi vida, que ese cliente se marchara, para poder hablar contigo. Yo no sabía por dónde tirar. La primera vez que tengo delante una demanda y no saber por dónde tirar.

Pregunta.- ¿Tardaste mucho en leerla?

María José Mateos.- No. La leí, íntegramente, además la leí con ella (refiriéndome a Tamara), esa misma mañana. No esperé. Leer la demanda, la contestación, e incluso sentarme a redactar esa contestación, no es algo que a mí me haya podido. Yo quería verla, saber, pero también necesitaba el hecho de leerla con ella, porque escuchando sus comentarios, me ayudaba a quedarme tranquila.

Pregunta.- Cuéntame, porque esto me resulta interesante, es un ejercicio que no hemos hecho nunca, cuando ves que efectivamente que hay una demanda, yo creo que a lo mejor con cierta injusticia… quiero saber ¿Dónde ubicas la culpa? ¿La ubicas en ti? ¿La ubicas en la clienta? ¿La ubicas en la compañera? ¿En el marido de la clienta? ¿Dónde ubicas el germen de “si esto no hubiera ocurrido yo no estaría aquí”? Porque yo creo que hemos sido todos muy injustos ahí. Porque yo ubico el germen de la culpa en el marido de la clienta, que es quien se gastó un dinero que no era suyo, pero tú ubicas la culpa en la letrada contraria, descargas tu rabia en la compañera contraria. Y eso me sorprende mucho.

Es que no es lo mismo. Tú ubicas el germen de la culpa en el proceso, pero ella ubica la culpa en su sufrimiento, en lo que ella ha sufrido. ¿Por qué le das más importancia a que una persona de tu propio gremio va a cuchillo por ti, porque va a cuchillo por ti, al hecho de que una persona hizo las cosas mal sin pensar en las consecuencias que podía tener y que finalmente te salpicó a ti?

Mª José Mateos.- Esas preguntas yo me las he hecho muchas veces. Y aquí, chicas, porque sé que divagamos mucho sobre esto durante un rato, y dije literalmente que no sabría dar un motivo concreto, porque no era capaz todavía de expresar lo que siempre he querido decir o exteriorizar. Creo que ahora, que estoy más tranquila, y que es el momento, voy a contestar.

Pienso que yo ubico el origen de dos problemas. El origen del conflicto como caso jurídico, que no deja de ser un gaje del oficio. Y el motivo de mi sufrimiento, que es cuando pasa de profesional a personal. Cuando el dinero de la señal, porque la clienta me dice que es su marido quien se lo gasta, sí es cierto que digo cuando eso ocurre, “verás tú la que se va a liar”, en mi cabeza no se contempla la idea de que yo llegue a estar dentro de ese pleito. Y porque pasara lo que pasara, ese aspecto y ese germen no se iba a poder cambiar. Y, porque a fin de cuentas, es una cosa que contemplas siempre ¿no? Que los clientes o por propias causas, o ajenas, la fastidien.

Yo contemplaba, en febrero de 2018, que mi clienta “se iba a comer” una demanda por los 3.000 euros de la señal que no había devuelto, eso es lo que estaba en mi cabeza.

Pero el origen de mi sufrimiento, de lo que yo he padecido, y no hay más que leer la demanda y el recurso de apelación, es la profesional que, sabiendo que no podía hacer nada contra mí, por una cuestión meramente económica, decidió disparar, apuñalar, pisotear, sin motivo, sin lógica, y sin ningún tipo de piedad, a una persona que solamente había hecho su trabajo.

Ese es el motivo de mi rabia hacia la letrada contraria, que sabía que no podía, y aún así, por dinero, “me tiró a los leones” sabiendo lo injusto que era, porque ella sí lo sabía. Al marido de mi clienta simplemente le dio exactamente igual todo, fue inconsciente, pero yo sentí que ella fue mala.

En cuestión de dos meses, es decir, desde febrero de 2018, a abril, la historia pasa de algo que hace tu clienta (o su marido) y dejas de contemplar la idea de que tienes que defenderla, a que directamente te ves que te tienes que defender tú, porque lo que realmente me sorprende, es que una profesional del derecho, que sabe lo mismo que tú, y con más experiencia que tú, y que se atreva a enviarte un burofax.

Ese, es el verdadero motivo de mi rabia, y que ahora, después de cuatro años, he sabido por fin expresar. Y siento que es algo liberador.

Pregunta.- Sobre eso quería preguntarte, y no porque piense que sea algo realmente hiriente, sino porque me parece interesante… ¿Qué ocurre cuando tú ves en el burofax que se habla de “estafa”?

En el primero, en el único que recibo yo. Y no se utiliza el término “estafa”, sino como que ese contrato “es una simulación al servicio del fraude”.

Veladamente no deja de utilizar “estafa”. Pero es más, ¿No hubieras preferido una vía penal más que una vía civil? Porque además la vía civil se está alargando… Pero en el penal es que se hubiera archivado aquello, lo pienso a veces. Te lo pregunto porque además eres penalista.

Mª José Mateos.- Sí, yo hubiera preferido mil veces defenderme ante un Juez de instrucción que ante un Juez de instancia. Y mira que suena feo, pero es lo que siento.

Y mira que a veces lo pienso, que hablando de una vía penal en la que se te acusan de delitos y tal, pero se hubiese archivado antes, a pesar de que el dolor hubiera estado.

Mª José Mateos.- Totalmente, pero realmente, me hubiera defendido mejor. Es decir, yo cuando leo ese burofax, me entra lo que no me ha entrado nunca. Es que es más, os va a parecer una tontería, pero cuando yo hago un escrito, cuando hago el primero, me da igual el orden en el que pongo a mis clientes o a mis demandados. Pero ella, cuando redactó el primer escrito, el primer nombre que escribe siempre y a quien se refiere en todo momento con sus ataques es a mí.

Claro pero tú sabes que eso fue un puro aspecto económico, porque a la clienta no podía sacarle absolutamente nada ni por la vía de embargo.

Mª José Mateos.- Efectivamente, y por eso me duele, porque sabiendo que no podía, únicamente por dinero, disparó directa a mi cabeza. Pidió mi cabeza ante un Juzgado de instancia sabiendo que no tenía la razón, y que eso me hacía daño.

Pregunta.- ¿Sientes en todo momento que te han tratado como una delincuente?

Mª José Mateos.- Sí, por parte de ella. Yo todavía recuerdo las dos únicas veces que he hablado con esta compañera por teléfono y conmigo esgrimía unas frases lapidarias de una persona de no querer escuchar.

Todavía recuerdo decirme literalmente, y manipularme psicológicamente, preguntándome que cuántos años de ejercicio llevaba yo. Cuando le contesté que cinco, me dijo, que los cinco primeros años son los más duros, y que evidentemente cuando las cosas se hacen mal, había que alzarse y responder.

Decirme que ella quería que yo colaborase porque lo que quería era dejarme a mí fuera. Todavía, a día de hoy, siento una profunda rabia por esa actitud en la que ella tomó una posición de superioridad sobre mí, sabiendo lo que a mí me dolía lo que me estaba haciendo, y seguía y le daba igual. Tenía delante a una compañera que le entregó todo lo que le había pedido, y no solo le dio igual, sino que además, vulneró y se cargó el código deontológico para utilizarlo en mi contra y en su propio beneficio. Pero de eso hablaré más adelante…

Me parece interesante que trabajes esta conversación que estamos teniendo las tres con un café por delante para, soltar todo lo que tengas por dentro, transcríbelo, ábrete en canal, desnúdate… escribe el artículo de tu vida, y déjalo ahí… Porque ha sido mucho dolor María, ha sido mucho, mucho, dolor… además, en un momento muy complicado, emocionalmente y muy difícil para ti… Suéltalo, escribe el artículo de tu vida, y pasa página.

Mª José Mateos.- Es que no solo es mi dolor. Es que yo no puedo evitar ver, que no solo he sufrido yo. Yo he visto y os he visto a muchos de los que quiero, sufrir por mí. He visto sufrir a mi marido, aunque lo exprese de forma distinta que la mía, he visto sufrir Gloria, he visto sufrir a mis padres por mí… Y te he visto sufrir a ti por mí, y tú eras la que más cerca estaba del caso, ejercías mi defensa.

Yo he sufrido mucho por ti, y además a mí me tocó en un momento en el que yo estaba mal, porque estaba llevando muy mal el sentido de la responsabilidad que conlleva esta profesión. Estaba en un momento en el que me entró la paranoia de que con cualquier tontería te la juegas aquí… Y ver esa demana y ese procedimiento, y la contraria… A mí me tocó mucho ese procedimiento.

Creo que, hasta que no nos pasan cosas así en esta profesión, no somos conscientes de la responsabilidad que tenemos encima. Tú vas echando días afuera, plazos afuera, uno detrás del otro. Esto fue una de las cosas que supuso una caída del caballo para mí.

Mª José Mateos.- A raíz de ahí, y aquí resumo la conversación que tuvimos, tengo que decir que las dos, sobre los mismos problemas, hemos evolucionado en sentido inverso.

Mientras Tamara antes era la brava del asunto, y yo era la más prudente, la más comedida… Hemos avanzado en sentido contrario.

Ahora yo soy la más arrojada, la que no se contiene más, la que la barrera de contención no va a volver a erigirse en torno a ella. Sin embargo Tamara, ha hecho el camino inverso, ha decidido tomarse las cosas con más calma, o darles la importancia que realmente tienen. Mientras yo he sacado el tigre, ella lo ha guardado. Y sorprende, y es a la vez, en opinión de esta humilde servidora, bonito, que dos personas evolucionen invirtiendo los papeles, ante los mismos problemas.

De hecho además, yo he evolucionado hacia el camino de no involucrarme personalmente con los clientes, porque a fin de cuentas son mochilas que te echas a la espalda, y que al final perjudica a los procesos, porque dejas de ser objetivo. También he evolucionado a no estar enganchada al trabajo de 8 a 12 de la noche de Lunes a Domingo. Es decir, soy una persona muy distinta a la que era hace seis años.

Pregunta.- Ahora quiero que me cuentes ¿habría sido distinto el proceso, o su vivencia, si no hubieras estado embarazada? Porque eso para mí fue lo más hiriente.

Mª José Mateos.- La preguntita se las trae. A pesar de que no me involucro personalmente, siempre he sido una persona muy emocional.

Yo vivo de forma mucha intensidad todos mis problemas. Pero lo he vivido peor, no por nada, sino porque a la hora de expresarme tenía que contenerme porque los disgustos y el estrés no me afectaba a mí, o solo a mí. Afectaba también a mi bebé, que gracias a Dios está bien, tiene seis meses y es maravillosa.

De hecho siempre se me decía, cosas como… “tranquila, que vas con tu verdad”, “tú lo que tienes que hacer es no pensar en el tema”.

El cúmulo de situaciones, de sensaciones que ya tenía acumuladas del tiempo que este tema venía coleando, además de situaciones personales. A la vez de eso, atravesé el calvario de que mi padre superó un cáncer y toda esa presión me hizo convertirme en una olla express andante.

Cuando llegó la demanda, me vine completamente abajo, como si mi mundo se acabase y me condené a mí misma antes de que me absolviera un Juez.

Pregunta.- Ahora llegamos al momento del día del juicio. ¿Tú cómo lo vives? ¿Esa noche antes? Cuando sales de tu casa… cuéntame…

Mª José Mateos.- Para empezar esa noche Gloria estaba conmigo. Estábamos en el despacho. Yo no podía dormir, tenía una opresión en el pecho, unos ardores impresionantes, estaba incómoda (embarazada de cinco meses), y el nerviosismo de que tenía que ponerme delante de un micrófono a dar explicaciones sobre mi trabajo. Esa noche a mí me dieron las cinco y media de la mañana.

Pregunta.- ¿Qué hicimos esa noche?

Mª José Mateos.- Esa noche estábamos en el despacho las dos viendo Sherlock, la serie de la BBC, e imprimiendo unos modelos de unas agendas en blanco, para no pensar…

Y créeme, Tamara, sorprendentemente, por primera vez en veinte años…Estábamos haciendo todo esto en silencio.

Pregunta.- ¿Y qué es ese inicio de mañana?

Mª José Mateos.- Esa mañana me levanto, no me tomo ni un café. Me despido de mi marido, de Gloria y salgo por la puerta a recoger a mi madre y a Tamara.

Pero lo que a mí más me impresiona, es que cuando te vas… tienes la expresión de salir “como cerdo que va al matadero”.

Mª José Mateos.- La verdadera sensación con la que salí de mi casa, fue “me van a poder los nervios, me voy a trabar… Me van a despellejar en sala, y Tamara no va a poder hacer nada por mi culpa.

Yo lo cierto es que tengo lagunas ahí. Mi mente se activa cuando veo Casado, al compañero de Palma, el que defendía a la clienta.

Mª José Mateos.-Mi mente se activa después. De hecho, no recuerdo si te recojo (a Tamara) o si nos vemos directamente en el Premiere, junto a los Balbos… No lo sé, no me acuerdo. Pero mi mente se activa en un momento concreto. No cuando la veo llegar a ella (a la letrada contraria), que lo que pensé fue: “anda y tira, que te den”, evidentemente haciéndome la fuerte delante de mi madre que estaba aguantando la entereza. Yo me juré a mí misma que nadie me vería mal ese día.

El momento en el que mi mente se activa, es cuando veo llegar a la clienta contraria, Yte explico el por qué, porque yo ese momento lo refiero mucho porque se me queda grabado y además es muy significativo. Porque yo siempre observo los gestos de la gente, y además sé cómo funciona esto, sé lo que un letrado, o un buen letrado, cuando han pedido el interrogatorio de su propia parte, debe quedar antes y preparar el interrogatorio.

Pero cuando yo vi llegar a esa mujer, que además no era ni de aquí, era de fuera y tenía que venir. Yo la vi llegar, con su marido y con su hijo, y observo que se saludan con mucha efusividad, como si llevasen tiempo sin verse. Ahí fue cuando me di cuenta, y además os lo dije a ti y a Casado… dije “esta no ha preparado a su gente”. Ahí es donde saco la fuerza de donde no la tengo.

Pregunta.- ¿Y cómo sientes que esta persona, me refiero a la Letrada contraria, me acusa a mí en sala de crear una prueba falsa, lleva testigos falsos al juicio que llegaron a decir que estuvieron en tu despacho cuando realmente no estuvieron en tu despacho y así se demostró?

Mª José Mateos.- A ver quiero dejar claro que el momento de entrar en sala, hasta que salí. Fue un momento de locura.

No por nada, sino porque hubo momentos en los que yo estaba realmente alucinando de la manera en la que esta señora (la letrada contraria a la que no me nace llamar compañera), manipulaba las palabras, los documentos, propios y ajenos.

La letrada llegó a decir “que vaya usted a saber, señoría, si esta señora es abogada”, refiriéndose a mí. Llegó a decir… “señoría, sea por dolo, culpa, negligencia, o por el motivo que sea”, es que le faltó decir “Señoría por lo que sea, pero condénemela”.

Yo estaba alucinando, esa sangre fría, sabiendo y viendo que yo estaba embarazada de cinco meses en esa sala, que me estaba conteniendo y de lo que me entraban ganas, y ahí lo puedo decir, es que me entraban ganas de levantarme y romperle la cara, cosa que jamás he sentido… Y tenía que comérmelas una y otra vez, muchas mentiras, y yo me estaba defendiendo con la verdad.

Y encima, tener que escuchar, a una señora, que decía “que no es cierto que se hiciera esto por parte de la Sra. Mateos Selma”… Y ahí está en los autos, decía, riéndose.

Mª José Mateos.-Sí sí, totalmente. Y yo decía, ¿Perdona? ¿Qué me estás acusando de falsificar un justificante digital de LexNet? ¿En serio? Es decir, después de todo lo que me has hecho, después de que has tenido la sangre fría de acusar a una compañera de gremio de estafa cuando sabes que no lo ha hecho.

Después que sabes que yo jamás tendría que haber estado ahí, que mi poder general además lo aportas tú, y no yo. Que lo haces por puro motivo económico.

Yo en ese momento me hago mil preguntas en mi cabeza, controlando la ansiedad a límites insospechados, y yo me decía… ¿Cómo una letrada, que juró su toga igual que yo, que se rige por un código deontológico igual que yo, puede hacer tanto daño gratuito personal sabiendo que no puede?

Porque todas sus mentiras y artimañas, son enfocadas a mí, y no hay más que leer la oposición que ella hace al recurso de apelación que Casado hace de la clienta cuando pierde.

Es decir, un recurso en el que yo no soy parte, ella contesta dirigiéndose a mí, es que es inexplicable la saña personal con la que iba contra mí. Y escuchar, 30 minutos de conclusiones diciendo mentiras, nerviosa como estaba, que le temblaba la voz ya porque veía el caso perdido, porque se le había ido de las manos a pesar de que le habíamos tendido muchas manos porque encima, había puesto una cuantía muy alta en la demanda que suponía que si perdía, se enfrentase a unas costas jugosas; costas que ahora ve que tiene que pagar su clienta.

Pero no por nada, sino porque ha perdido contra mí, dos veces y de manera aplastante además. Es que no todo vale por dinero.

Yo jamás apuñalaría a un compañero que sé que no tiene responsabilidad de ningún tipo por satisfacer los intereses de un cliente, ni por satisfacer mi ego personal de 27 años de ejercicio. Jamás lo haría. Si para ella la profesión es un negocio para mí no lo es porque yo me levanto todas las mañanas queriendo solucionarle problemas legales a la gente no causárselos.

Por eso cuando yo me encuentro con la idea de que tengo que declarar habiendo renunciado ella a mi interrogatorio, me doy cuenta de que ella ahí sella su destino, porque no recordaba que a mí Casado también me había pedido como codemandada para sacarme a declarar. Eso es lo que la desquicia y decide tirar y cargarse todas las normas. Ahí es cuando yo digo… “ahora te vas a enterar”, y me defendí con la verdad, pura y simple. Yo declaré porque me sacó Casado, pero porque lo provocó ella.

 Pregunta.- ¿Te has dado cuenta de que siempre lo enfocas todo a ella? ¿Dices “yo declaré porque me sacó Casado, pero porque lo provocó ella? ¿Por qué siempre es ella, ella, ella?

Mª José Mateos.- Aquí quiero explicarme mejor. Llevaba un buen rato hablando y habíamos divagado de un tema a otro. No es que yo la culpe a ella de haber salido a declarar.

Antes de todo esto, incluso de la Audiencia Previa, Casado quería sacarme a declarar para defender a su clienta, a la que yo representé en su día. Yo le dije que yo no quería pasar por eso, no porque tuviera algo que esconder, sino porque sentía que traicionaba mi propio código ético, traicionar los secretos de un proceso que yo había llevado. Que la primera que lo vulneró fue ella, revelando documentación confidencial obtenida a través de mí, y protegida por el secreto profesional, pero yo no era así. Yo no quería meterme en ese circo.

Casado me lo respetó. Pero cuando en la Audiencia Previa, ella pidió mi interrogatorio, Casado se subió al carro precisamente previendo lo que pasó el día del juicio, que ella renunció a mi prueba, con la intención de que yo me quedara sentada en mi banco y escuchase a su clienta y a sus testigos diciendo mentiras y que yo no pudiera defenderme en absoluto.

Sin embargo, eso ocurre al revés, ella renuncia sin recordar que Casado me ha pedido, y la que se queda sin preguntar es ella, porque si lo hubiera hecho, hubiera invertido el orden natural de las preguntas, y eso sería calificado de mala fe procesal.

Pregunta.- Claro pero porque ahí Casado hizo un ejercicio de constricción, es decir, esperó a que la Jueza le diera por renunciada la prueba, se calló, y cuando eso ocurrió fue cuando dijo que te había pedido él. Eso fue un movimiento muy bueno.

Mª José Mateos.- Muy bueno, ciertamente.

Pregunta.- Cuéntame… ¿Cómo te sientes cuando llega el momento Sentencia?

Mª José Mateos.- A mí me pilla en Jerez (me río). Cuando veo que llega un correo de José Luis, el procurador y cuando veo “Para ahorraros el mal trago…” yo me quedé de piedra y dije “¿Qué ha pasado?”

Lo abro rápido y cuando veo que he ganado el pleito y que ella ha perdido, pienso “la madre que te parió”, y me reía sola. Hago un pantallazo, te lo mando a ti, a Gloria, a mi marido, a mi madre, y a Antonio… A vosotros cinco, y me encuentro con que estoy embarazada de casi seis meses y no puedo saltar porque se me hubiera caído la niña, pero era una profunda alegría. Me tomé una cerveza sin alcohol a tu salud en el Bar Los Claveles, junto a mi casa.

Pregunta.- ¿Y el momento recurso?

Mª José Mateos.-Lo vivo desde el cabreo, desde el cabreo más absoluto. No por nada, sino porque yo decía: “Vamos a ver, has puesto una demanda y te he contestado diciendo que es defectuosa, alegándote una excepción procesal, que no deja de ser decirle al letrado contrario que lo ha hecho mal… Me han dado la razón en el sentido de estimarme la excepción procesal, es decir, que lo has hecho mal, en el sentido de que has demandado a quien no debes demandar, pero no por ser letrado, sino porque era apoderada y no era parte contratante de ese contrato. ¿Y vienes a por más?”.

Porque el recurso era para leerlo. Diez páginas de recurso para mí solita. Empezamos diciendo que me extralimité, cosa que no había pedido en demanda y que en todo caso tampoco habría podido demandarme sino mi clienta. Y terminó diciendo que yo no tenía poder para contratar.

Vamos a ver… ¿Has perdido por completo la cabeza? Es decir, se te dice que está mal, que lo has hecho mal, ¿Y vienes a por más… ? Ee hecho así ha sido, se le ha vuelto a decir que no lo ha hecho bien, que lo ha vuelto a hacer mal…

Pregunta.- ¿Por eso te presionó tanto… Porque a la clienta no podía sacarle nada?

Mª José Mateos.-Aquí vamos a hablar claro. Ella aprovechó la collada, de que a mí me cogió en el 2018 vulnerable y con las defensas bajas, porque mi padre estaba enfermo, y creía fervientemente que yo iba a ceder e iba a consignar el dinero en el Juzgado. Pero ¿Por qué iba a reconocer una culpa que no era mía?

Pregunta.- Cómo fue el momento de la sentencia de la audiencia?

Mª José Mateos.- Pues si te digo la verdad fue un momento raro, porque además esa mañana estuvimos hablando de ir a preguntar a la Audiencia por si la Sentencia estaba hecha, por si tenía que armarme de valor y enfrentarme a más tiempo porque había que ir al Supremo, o por si me podía quedar tranquila.

Habíamos hablado de ir la semana que viene a la Audiencia. Decidí dejar el tema aparcado y nos fuimos Gloria y yo a comprar a Alcampo. Estábamos pasando por la caja y a mí me llega la Sentencia. Veo el fallo otra vez, pego un salto de alegría y me quedo en shock, bloqueada… No he sabido expresar esa alegría.

Pregunta.- Pero porque creo que en el fondo las tres esperábamos esto. Esperábamos que se estrellase.

Mª José Mateos.- Cierto, yo creo que eso es así, que lo esperábamos en el fondo. Yo ya vi y pensé, y dije “ea, ya está, se ha estrellado, y ya está”.

En primer lugar… gracias a las dos, por haberme hecho pasar por esta entrevista que ha hecho que me abra, que me exprese. Estoy ahora mismo… dispuesta a cerrar el capítulo, ahora tengo que encontrar un buen sitio y momento, para poder soltar la cruz, porque ha sido mucho dolor, inexplicablemente. Pero sí quiero decir, que también lo dije en la entrevista una cosa.

Me siento alegre porque conmigo han acertado, pero también han hecho que me sienta decepcionada.

De cara al sistema, a la Justicia, a mí se me ha hecho Justicia, y siento que se me ha hecho Justicia… El sistema conmigo ha acertado, y me siento realmente afortunada de que se haya valorado que realmente yo llevaba la razón en la defensa que utilizaste conmigo Tamara, que no era otra cosa que la verdad.

Pero la decepción ha venido por mi propio órgano colegial. Y me explico, cuando yo veo que en la demanda, esta señora ha incumplido el código deontológico, que ha vulnerado el secreto profesional, que también me obliga a mí. Yo decido poner una queja y ¿Sabéis cuál fue el resultado? Que para cara del Colegio de Abogados, que pago, y del que necesité su protección, María José Mateos Selma ha quedado como que le puso una queja a una compañera en rebeldía porque esta última le puso una demanda, y la queja se archivó.

Esa ha sido mi decepción. Porque nos piden que nos refugiemos en el Colegio de Abogados, que está para protegernos… pero ¿para qué? Para pedir amparo porque se está vulnerando algo tan sagrado como el secreto profesional, si a última hora lo que habéis decidido es que mi queja no tenía fundamento, sino que fue en rebeldía porque la compañera me había puesto una demanda.

Esa ha sido mi decepción… Necesité a mi órgano colegial, a mi colegio, a mis compañeros, y no me protegieron. Así de irónico ha sido.

Un miembro de mi gremio me “disparó” con saña, me hace daño gratuito. De cara al sistema se me da la razón absoluta, pero pido ayuda a mi Colegio y me dejó literalmente sin espada, sin escudo, y con un dragón delante. Y eso duele, duele y no en el orgullo, sino en la propia confianza en mis compañeros de profesión.

Lo que también digo, sé y prometo, es que seguiré llevando mi toga con orgullo, con vocación, y seguiré adelante con mi vida, bajo la premisa de que más allá de que me pelee con el sistema por el trato que nos da en otros casos con clientes, conmigo, sí acertó.

Me “disparaste”, me exigiste que me alzase y respondiera, y así lo hice. Me alcé, respondí defendiéndome, dejé que me hicieras sangrar, que me hicieras llorar lágrimas de sangre. Porque ella es la responsable de mi sufrimiento. Una letrada que sabía lo que hacía cuando me demandó y con la certeza de que no podía, únicamente para sacarme el dinero que no podía sacarle a mi clienta…

Es curioso que el tiempo le ha puesto por delante como armas arrojadizas, sus frases lapidarias. Todas para ti, señora, porque ahora, a la que le toca alzarse y responder, es a ti.

Y como me toca abrirme, solo me queda una única cosa por sacar: mi pena. Y es que más allá de que a la persona que reclamaba su dinero, le asistía la razón, se ha visto con las consecuencias de unas costas muy elevadas, y haber obtenido una victoria pírrica contra la persona que sí se los debe según sentencia.

Porque confió su problema en una persona con una toga, que la mal asesoró. Esa es mi pena, que la que tiene que responder de esas consecuencias, es una mujer que luchaba por un derecho, mientras que la responsable (porque lo hizo mal y no lo digo yo, lo dicen dos sentencias) es una letrada que hizo mal su trabajo, y que se esconde detrás de una hoja de encargo profesional.

Pero oye, eso a día de hoy, y puedo decirlo con sinceridad, ya no es mi problema, se han invertido los papeles y yo ya me bajo del caballo, porque no quiero sufrir más, porque no estoy dispuesta a sufrir más.

 

 

Mª José Mateos Selma
maria.mateosselma@gmail.com
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