23 Sep God Save The Queen… Dios salve a la Reina
God Save The Qeen
Tras los diez de luto nacional que hemos vivido en Reino Unido por el fallecimiento de la Reina Isabel II, ahora toca volver a la rutina. Realmente podemos decir que hemos presenciado un hecho histórico, ya que no todos los días se ve el funeral de Estado de una persona que ha reinado durante siete década.
Desde el mismo momento en que se hizo pública la muerte de Isabel II, comenzó un protocolo impresionante donde se ha mostrado una organización impecable que ha cuidado hasta el mínimo detalle cada uno de los eventos.
Obviamente en España se ha seguido con interés todo lo ocurrido en Reino Unido, pero me gustaría contaros a través de Mujeres Valientes como lo he vivido en mi barrio, en mi trabajo y con mis amigos.
El día que supimos que la Reina Isabel II estaba muy enferma, fueron muchos a mi alrededor los que aseguraban que esa misma tarde se comunicaría su fallecimiento y comenzaría un protocolo sin precedentes. Y así fue.
Ese jueves 8 de septiembre por la tarde fui al parque a pasear a mi perro, como suelo hacer, pero sabía no era un día normal. La noticia de la muerte de la reina corría como la pólvora, no se hablaba de otra cosa, y todo el mundo (ingleses y extranjeros) se mostraban afectados por lo ocurrido.
Al llegar a casa recibí un correo electrónico de mi colegio anunciando que debido a la terrible noticia, habría una asamblea especial a primera hora para rezar por el alma de la reina (trabajo en un colegio católico, por si no lo he comentado antes). Me consta que fueron muchos los centros, religiosos y laicos, que enviaron correos electrónicos parecidos y organizando sobre la marcha actividades especiales en honor a la reina.
Al día siguiente, camino del colegio, reconozco que me sentía triste y emocionada, es difícil explicarlo. Me vi rodeada de una atmosfera que me hacía sentir desanimada. En la radio solo se escuchaban baladas, canciones tristes y mensajes que la gente enviaba a Isabel II.
Durante tres días fue totalmente imposible escuchar algo diferente, todas las cadenas de radio emitían el mismo tipo de contenido y mostraban una y otra vez la tristeza de todo un país.
Sin embargo, durante ese camino al colegio, la radio no fue lo único que me llamó la atención. De repente me di cuenta de que absolutamente todos los anuncios de la carretera habían cambiado. En todos aparecía la imagen de la reina. Lo mismo ocurrió en las paradas de autobuses, todas las paradas del centro amanecieron con fotos de Isabel II y mensajes de condolencias.
Cuando llegué al colegio, observé que la mayoría de mis compañeros iban vestidos de negro y había un sentimiento de tristeza en el ambiente.
A primera hora fuimos todos, alumnas y profesores, a la Asamblea del colegio. Allí la directora, visiblemente emocionada, dio un discurso muy bonito elogiando la figura de la reina, una mujer valiente, inspiradora y un ejemplo a seguir. En más de una ocasión la directora hizo una pausa para secarse las lágrimas, y en ese momento observé que no era la única que lloraba en la sala.
De hecho yo misma me sorprendí cuando se me escapó alguna lagrimilla. Para terminar, el colegio entero se puso en pie y cantó el himno nacional “God save the Qeen”(Dios salve a la reina) y sí, lo reconozco, me emocioné otra vez.
Durante los siguientes días las clases transcurrieron con normalidad, aunque se hablaba a menudo de la reina, de los diferentes actos que marcaba el protocolo y de la muerte. Por esta razón, en mi colegio recibimos información a través de la ONG Winston’s Wish para apoyar a las alumnas que se sintieran afectadas por el fallecimiento de la soberana.
El primer fin de semana nos acercamos al centro y por todas partes había gente con flores que se dirigían a “Green Park”, el lugar habilitado para a depositar los ramos y dejar los mensajes para la reina. Entre las flores podían verse numerosos osos de peluches Paddington, un personaje entrañable que recientemente apareció en un simpático video, en el que tomaba te con la reina durante los festejos por los 70 años de reinado de Isabel II.
Sin embargo, creo que lo más llamativo para todo el mundo han sido las interminables colas para entrar en la capilla ardiente
Conozco a gente que al salir del trabajo el viernes se han ido a hacer la cola durante toda la noche. La verdad es que a mi me hubiera gustado ir, sentía curiosidad, pero no me apetecía estar tantas horas a la intemperie, y menos con el tiempo de lluvia y frío que tuvimos esos días. Es cierto que en todo momento se les ofreció café y te a todos los que hacían la cola, e incluso tenían baños portátiles durante el recorrido, pero pienso que yo ya estoy mayor para algunas cosas.
Una amiga me contaba que fue al centro el día antes del funeral. Me decía que le encantó pasear por Green Park, que estaba lleno de familias y que había un ambiente muy agradable. También me comentó que en el centro había una avalancha de gente, que todo estaba colapsado y había muchas calles cortadas. Pero, en medio de esos miles de personas, había un gran dispositivo de seguridad y una gran organización para que todos pudieran disfrutar sin problema.
Finalmente, el lunes 19 de septiembre se declaró festivo nacional y se celebró un multitudinario funeral que muchas personas seguimos de comienzo a fin. Los que pudieron, lo vieron en el centro de Londres, y el resto lo vimos desde nuestras casas o desde una cadena de cines que ofrecía el funeral en directo de forma gratuita, e incluso daban botellas de agua a los asistentes.
Lo que os cuento son solo algunos ejemplos de lo que más me ha llamado la atención ya que, si tengo que explicar todos los eventos que han tenido lugar durante los diez días de luto, ¡tendría que escribir un libro!
Quizás parezca exagerada la emoción de los ingleses en un momento así, pero a mí no me sorprende en absoluto. Recuerdo que durante el jubileo de la reina uno de mis vecinos hizo una simpática replica de lana de Isabel II y uno de sus perritos, y la dejó adornando uno de los buzones del barrio, y ahí lleva meses la muñeca, para el disfrute de todos los niños que pasan a diario por esa calle.
Así son los ingleses, y así lo han mostrado al resto del mundo
Fotografías: Francisca Marco
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