Giovanna Garzoni, una vida nómada por amor al arte. Mujeres Valientes.

Giovanna Garzoni, una vida nómada por amor al arte

Me voy a ocupar de una protagonista afirmada en la evolución de la ilustración científica, se trata de Giovanna Garzoni (Ascoli Piceno, 1600 – Roma, 1670), menos conocida como ilustradora del imaginario geográfico de la época barroca. Así pues, en composiciones armónicas y a menudo de pequeño tamaño, la pintora combinó objetos exóticos y de diversa procedencia como porcelanas chinas, moluscos del Pacífico, calabazas y flores mexicanas, plantas sudamericanas o perros de salón ingleses, con el último objetivo de asombrar y divertir.

De hecho, alejándose del modelo de vida femenina de sus tiempos, Garzoni viajó en Italia, quizás también a Francia, y pudo visitar las más importantes colecciones de curiosidades. En esta cita expositiva, comisariada por Sheila Barker, se exponen sus obras coleccionadas por los Medici y aún patrimonio de las Galerías, además de los préstamos escogidos que ilustran el campo de acción de la artista y su habilidad de retratista.

Además, en base a un inventario inédito, una sección reconstruye la “Wunderkammer” de Victoria della Rovere, desplegada en la Sala de la Autora en el Poggio Imperial, enfocando indirectamente una figura prominente de la familia del Granduque.

GIOVANNA GARZONI FUE CITADA POR PRIVERA VEZ EN 1648 POR EL BIÓGRAFO DE ARTE, CARLO RIDOLFI EN SU “MARAVILLA DEL ARTE”

Giovanna Garzoni nace en Ascoli Piceno de padres de origen veneciano. De su período transcurrido en Ascoli no se sabe mucho. Sabemos que creció probablemente en un ambiente artístico dado que por parte de madre, descendía de una familia de orfebres. Inicialmente fue encauzada al dibujo por el tío Pietro Gaia, secuaz de Palma el Joven.

Su fecha de nacimiento se deduce de la pintura la ‘Sagrada Familia’, firmada y fechada 1616 y realizada, según la inscripción autógrafa, cuando Giovanna contaba 16 años. Residió en Venecia, donde vivió con su hermano Mattio y dejó un retrato de un joven pintado en miniatura sobre pergamino, con fecha de 1625 (actualmente en la colección de la reina de Holanda). Y este era el género al que se dedicaba Tiberio Tinelli, pintor veneciano con el que Giovanna contrajo matrimonio en 1622.

El matrimonio no duró mucho, probablemente debido a que Giovanna había hecho un voto de castidad. Y la unión se deshizo en 1624: los registros acusaban a Tinelli de practicar la magia, de manera que el padre de Giovanna Garzoni, temiendo que su hija acabase embrujada, pidió una investigación sobre la presunta dedicación de Tinelli a la brujería.

Giovanna siguió un curso de caligrafía y hacia 1630 fue a Nápoles acompañada de su hermano. Ocasión para trabajar para clientes importantes como el virrey español, el duque de Alcalá. Su estancia en Nápoles llegó a un año: el duque de Alcalá volvió a España y Garzoni tuvo que marcharse a Roma. De ahí, en 1632, llamada por Cristina de Francia, se trasladó a Turín, a sueldo del duque de Saboya (en los inventarios de la Casa de Saboya se citan diversas miniaturas suyas de temas sagrados y mitológicos y varios retratos de Manuel Filibertoy Carlos Manuel I.

GIOVANNA GARZONI Y SU AMOR POR LAS MINIAUTURAS

En Turín, realizó diversas pinturas que evidencian las características estilísticas la autora: al igual que los flamencos, Giovanna describe con los más mínimos detalles objetos, fruta e insectos, como los pintores lombardos, en especial Fede Galizia, de la cual se perfeccionó en las composiciones.

En 1637, tras el fallecimiento de su mecenas, Victor Amadeo de Saboya, Giovanna Garzoni abandona Turín. Probablemente se traslada a Francia y a Inglaterra donde se acerca al retrato inglés y a los bodegones franceses y holandeses. Hacia mediados de los años cuarenta se instala en Florencia, donde conoce a Jacopo Ligozi, hábil pintor científico del mundo animal y vegetal.

En la capital toscana permanece una década, trabajando con los encargos de los Médici y definiendo su estilo pictórico, que se configura como un entrelazamiento entre observación científica y naturaleza muerta. Ahí realiza el Herbario figurado, obra que la consagrará come una ilustradora científica dotada de su propia expresión artística, que conjuga la atención científica y su personal interpretación de la luz y de los colores. Un estilo claro y nítido, que a través de las flores ilustra los ciclos del nacimiento, de la vida y de la muerte, con sensibilidad y finura estética.

En 1651 vuelve a Roma donde prosigue su actividad, rica de dinero y de honores, se le asigna el título de Académica de San Luca, a cuya institución deja un álbum de miniaturas y todos sus bienes. Actualmente quien visita la Academia de San Luca en Roma puede admirar su retrato, obra del pintor romano, Giuseppe Ghezzi, realizado poco antes de la muerte de la artista en 1670.

 

GIOVANNA GARZONI… otra mujer valiente que demostró su pasión por el Arte siempre a la búsqueda de la perfección

 

GIOVANNA GARZONI ‘LA GRANDEZA DEL UNIVERSO’. 

Sala Blanca del Palacio Pitti – FLORENCIA (Del 10-3 al 7-6-2020)

Carmen del Vando
mjandrade@rtva.es
1 Comment
  • cata
    Posted at 13:26h, 12 julio Responder

    Qué nota tan interesante!! Muchas gracias!

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