29 Jun Fundación Madre Trinidad… Las puertas de “la pequeña Ucrania”
Fundación Madre Trinidad… Puro emprendimiento social
Llegó a la Fundación Madre Trinidad por una “carambola” de las muchas de su vida. El “país de nunca jamás”, una institución que es la “pequeña Ucrania” o El «país de nunca jamás», como dice cuando abre las puertas para recibirte, la secretaria del patronato de la fundación, Begoña Aguinaga.
Una mujer valiente que apenas descansa, y que no lo ha hecho porque desde el primer momento, ha sido consciente de las muchas necesidades de una institución que no ceja en su empeño de dar, y a manos llenas, a quien lo necesita.
Creada en el año 1950, la Fundación Madre Trinidad, pasó a ser fundación en el año 2015 y desde prácticamente sus inicios, acogía, y lo sigue haciendo, a mujeres que llegaban hasta un lugar en el que trabajan “por la dignificación de la mujer desde 1950”.
La Fundación Madre Trinidad ha visto pasar los años y muchas de aquellas muchachas que llegaron de los pueblos hasta la capital para recibir formación y poder desempeñar trabajos dignos elegidos por ellas.
Les daban acceso a ser funcionarias, secretarias, mecanógrafas o taquígrafas en aquella España de la posguerra, que llegado el momento querían seguir allí; y allí y ahora es donde siguen viviendo. Aquellas jóvenes representan hoy a una generación de mujeres que dan lecciones de vida de un tiempo en el que la mujer, apenas eran tenidas en cuenta y no podían elegir, absolutamente nada.
Ellas son la voz de la sabiduría
Pero los tiempos han cambiado y dado muchas vueltas. Tantas que un conflicto en un lugar llamado Ucrania ha traído hasta la Fundación Madre Trinidad la oportunidad de volver a abrir sus puertas, a madres que, junto a sus hijos, llamaron a las puertas de este lugar único.
Porque es así como una se siente cuando llega hasta allí. Un sitio en el que se para el tiempo y en el que descubres, con sorpresa, como conviven distintas generaciones, culturas, credos, razas y color de piel. Una Torre de Babel en la que no importa entenderse porque hay una lengua común que los une y reconoce.
Han sumado nacionalidades, idiomas, edades… Una suma que se traduce en una casa llenas de las niñas de ayer que hoy hace de abuelas. De madres y de niños que ríen, gritan, juegan, lloran y se divierten por unos pasillos que se llenan de vida, de alegría y de fiesta para los más pequeños.
Pero nos necesitan. La Fundación Madre Trinidad recibió, en aquellos primeros momentos de la invasión de Ucrania mucha ayuda. Una ayuda que debe seguir llegando y que, por desgracia, continúa haciéndolo pero a “cuentagotas”.
El ser humano, nosotros, tenemos la tendencia a normalizar incluso las tragedias. Las hacemos parte de nuestra día a día pero, por desgracia, siguen ahí y Begoña Aguinaga, secretaria del patronato y el “alma mater”, junto al gran Lázaro Giner presidente de la fundación, se ha convertido en una “maga”.
Y es que ella y Lázaro, y todo el equipo que trabaja junto a ellos, son magos y en “equilibristas”. Un grupo que son más que familia y que no dejan de hacer números para que las cuentas cuadren y todo esto, sin dejar de recibir a familias que ya llegan desde todos los puntos del planeta, como Venezuela, y sólo para tener algo tan elemental como una vida.
Cuando llegas hasta allí, y sin conocerte, te abrazan como si te conocieran desde siempre… 40 personas que se sientan a una mesa llena de amor y cariño.
Éste es un espacio en el que puedes ver, porque lo ves, el sacrificio y el esfuerzo titánico que hacen todos para que nadie note las carencias y poder seguir abriendo las puertas a quien requiera de su ayudad.
Nadie dijo que fuera fácil y Begoña Aguinaga insiste en eso de que “Dios proveerá”
Begoña Aguinaga es una mujer valiente. Una mujer que tiene fuerzas infinitas para que el tiempo no se pare en la Fundación Madre Trinidad. Un tiempo que es fundamental para continuar con la misión que se ha autoimpuesto, junto a Lázaro Giner y que es, nada más y nada menos, que convertir “la pequeña Ucrania” en el “país” al que siempre queramos volver.
Con Begoña Aguinaga hemos hablado y, como siempre, nos llega al corazón sus palabras pero, y sobre todo, esas ganas de cambiar el mundo desde una pequeña calle de Sevilla en la que los habitantes de una casa sin fronteras, dan lecciones de vida sin apenas hacer ruido.
¿Queréis entrar en la Fundación Madre Trinidad?
Escucha aquí la entrevista completa a Begoña Aguinaga—> Mujeres Valientes en Estilo Sevilla
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