El coraje de ser imperfecta

El coraje de ser imperfecta

Ser vulnerable no significa ser débil. Al contrario, la vulnerabilidad es la medida más precisa de valentía.

 

El coraje de ser imperfecta

 

¿Cuántas veces has sentido que “no eres lo suficientemente buena” para algo? Yo me he dicho estas palabras muchas veces, sin que nadie lo sepa: no soy suficientemente inteligente, ni creativa, ni habilidosa, ni resistente, ni tengo la suficiente fuerza de voluntad, ni el suficiente éxito… No soy suficientemente alta, ni guapa, ni delgada, no tengo suficiente pecho ni mi voz es suficientemente bonita…

Creo que todas (y todos) conocemos este sentimiento. Es esa sensación insoportable de ser vulnerable que, en mi caso y en otros tantos, esconde de fondo una creencia terrible: creo que soy tan imperfecta que, si los demás se dan cuenta, no me van a querer. Hace varios días hablaba de ésto con mi amiga y coach Ana Bayo. Ella me recomendó escuchar una conferencia muy inspiradora titulada “El Poder de la Vulnerabilidad” de Brené Brown, profesora e investigadora de la Universidad de Houston que lleva más de diez años estudiando la vulnerabilidad y la vergüenza. La profesora Brown, en su investigación, llega a una conclusión extraordinaria: Ser vulnerable no significa ser débil. Al contrario, la vulnerabilidad es la medida más precisa de valentía.

 

 

Buscamos la conexión con otras personas, sentirnos aceptados, queridos, pertenecientes a un grupo. Necesitamos esa conexión. Es algo universal, todos los humanos lo sienten. Y nos da mucho miedo perderla. Cuando creemos que alguien se ha percatado de un rasgo que nos hace débiles, sentimos vergüenza, que es ese miedo a la desconexión, a ser rechazados.

La mayoría de las personas creemos que vamos a lograr la conexión con los demás si ocultamos aquello que nos hace vulnerables. Pensamos que vamos a ser aceptados y queridos si parecemos perfectos, y hemos construido una cultura entera alrededor de esta creencia, que es rotundamente falsa.

Para desmontarla en mi cabeza, me he parado a observar mis experiencias de vida y me he hecho algunas preguntas:

¿Con qué tipo de personas empatizo? Con aquellas que comparten mis debilidades, que muestran sus emociones y se sienten tan vulnerables como me siento yo, sin importarme la talla de falda que usan.

¿A qué personas admiro? A aquellas que son auténticas, que se valoran a sí mismas, que son capaces de de ser ellas mismas aunque eso vaya en contra de lo que se supone que deben ser, y no atiendo a su currículum.

¿Quiénes valen la pena para mí? Aquellas personas que son sinceras, que tratan a los demás con amor y que aceptan la vida con buena voluntad y gratitud, ¿qué más da cuánto ganaron el año pasado?

Sin duda, ser capaz de mostrarse vulnerable es una señal de fuerza y valor, y provoca una gran conexión entre las personas. A mí me lo demuestran continuamente mis clientes. Trabajo con personas que tienen el enorme coraje de ser imperfectas, de aceptar, mostrarme y expresarme sus miedos, sus inseguridades y sus vergüenzas, todo aquello que las hace vulnerables. Lo hacen porque es el primer paso para invertir en sí mismas y, al hacerlo, crean conmigo una relación de enorme confianza. Y yo con ellas. Estas personas se quieren, se merecen ser queridas y creen que valen la pena. Aceptando su vulnerabilidad consiguen crecer, alcanzar sus metas y superar sus problemas. Para mí, son personas valientes y con una enorme dignidad.

 

Estoy empezando a entender que sentirme imperfecta y vulnerable significa estar viva.

 

Como descubre Brené Brown y corroboran mis clientes, las personas que aceptan su vulnerabilidad no hablan de ella como algo incómodo o doloroso, sino como algo necesario. Entienden que es una cualidad inherente del mundo en que vivimos, porque el acto propio de vivir es enfrentarse con indefensión a la adaptación, al cambio, al riesgo, a la incertidumbre,… No hay seguridad, no hay garantías, las relaciones pueden o no salir bien, las elecciones que hacemos gustan a unos y desagradan a otros, las suertes y las tragedias nunca aparecen fijadas en el calendario… No tiene sentido pretender controlar y predecir una realidad así. Todo y todos somos vulnerables.

Y, sin embargo, creo que lo que me hace vulnerable también me hace única y hermosa porque me acerca a los demás con coherencia y humildad. Creo que donde veo mis debilidades en realidad están mis mejores oportunidades para crear. Creo que me hace más daño ocultar mi miedo que aceptarlo y expresarlo, porque cuando lo oculto con evasiones me siento infeliz y miserable, y cuando lo expreso, pasa la vergüenza y me siento libre. Estoy empezando a entender que sentirme imperfecta y vulnerable significa estar viva.

 

Ángela Guzmán es coach personal y ejecutiva certificada por ASESCO (CAC Nº 10669) y Licenciada en Publicidad y Relaciones Públicas. La puedes encontrar en Twitter @angelaguzcoach, en Facebook angelaguzmancoach y en la web angelaguzman.es

 

 

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