Cómo ser perfectas... A nuestra manera. Mujeres Valientes

Cómo ser perfectas… A nuestra manera

Cómo ser perfectas... A nuestra manera. Mujeres Valientes

 

 

Cómo ser perfectas… ¿?

 

Que un día nos enseñasen a hacer las cosas de una forma concreta, no significa que esa sea la única forma correcta de hacer las cosas. Que hace 20 años nos funcionase esa forma de hacer las cosas, no quiere decir que nos siga siendo útil a día de hoy.

 

 

No sé qué pensáis del corto, personalmente a mí me ha partido el alma. Y mucho más allá de lo que quiera expresar que, no es más que presencia dentro de la ausencia, yo lo que percibo es un niño que necesita el reconocimiento de su padre, un niño que en situación de abandono reclama amor a toda costa y que para ello renuncia a sus formas en favor de aquellas que lo hacen estar más cerca de su padre…

 

…esperando simplemente ese mensaje que diga “perfecto”

 

Muchos de nosotros, desarrollamos mecanismos de supervivencia en momentos en los que tenemos herramientas escasas para salir adelante. Muchos de nosotros “aprendemos a hacer la maleta” de la forma en la que nos han enseñado y guardamos “esa forma” como verdad absoluta.

Muchos de nosotros, lo hacemos como forma de obtener reconocimiento a través de la complacencia, sin embargo, otros simplemente lo hacemos para soportar el dolor de una realidad que nos rebasa en forma y número.

Desarrollamos mecanismos primitivos y rudimentarios que nacen de lo más profundo de nuestro ser: el miedo o la desconfianza son algunos de ellos. ¡Y vaya si nos sirven!!!, como digo en consulta “gracias a esos mecanismos hoy estás sentado o sentada aquí delante, pero si no los dejas atrás, van a acabar destruyéndote, porque ya no son necesarios”. Y es que hay que saber cuándo retirarse.

Pero vayamos por partes. Hemos mencionado tres términos fundamentales: la complacencia, el miedo y la desconfianza y hemos hablado de un proceso: el de hacer una maleta.

La complacencia es el arte de agradar a la otra persona, por encima de ti misma. La complacencia es darle la guinda del pastel a quien está sentado a tu lado, porque te produce más satisfacción ver como él o ella se la come, a disfrutarla tú con los cinco sentidos.

El miedo por su parte, es un mecanismo de defensa, te hace valorar una amenaza y dar respuesta prácticamente de inmediato. La desconfianza te ayuda a seguir adelante frente a una situación de abandono y cuando digo abandono, me refiero a la retirada de cariño por parte de quien tú quieres que te quiera o necesitas que lo haga.

Seguro que si tomamos como referencia nuestras vivencias de forma personal, podemos identificar situaciones en las que fuimos complacientes, en las que utilizamos como mecanismo de defensa el miedo o en las que la alerta por miedo al abandono, tomamos decisiones concretas o actuamos de tal forma, sin ni siquiera pensar en si esa forma de proceder salía de nosotros o era lo que la otra persona esperaba.

Antes, y con relación al video hablamos del proceso de “hacer la maleta”. Te pongo un ejemplo, son muchos los padres y las madres que en consulta me dicen que sus hijos e hijas no se implican en las tareas domésticas o no ayudan en casa.

Lo cierto es que cuando profundizas, es que por parte de estos niños y de estas niñas sí que hay una colaboración, pero finalmente el padre o la madre terminan rehaciendo la tarea, porque el resultado no era el esperado.

Esto lo que quiere decir es que, si enseñamos a un niño de 6 años a hacer la cama no podemos esperar que el resultado sea el mismo que el de un camarero de piso con 15 años de experiencia, por lo que al final no aprendo a hacer la cama, sino que “aprendo a hacer la cama como mi padre quiere” o “aprendo a limpiar los cristales como mi madre me enseña”.

El resultado además de la insatisfacción (nunca voy  a tener satisfechos a mis padres, con el resultado de la tarea por mucho que me esfuerce), lo que se termina produciendo es  el abandono del hábito por parte de la persona que aprende, a causa de la desmotivación y de la ausencia de resultados.

 

¿Por qué expongo esta reflexión?

 

Por qué son muchas las personas adultas que llegan a consulta, viviendo la vida que su madre querría que viviera o viviendo de la forma que su padre le enseñó. Personas que siguen votando al partido político que aprendieron en casa, porque “mi padre en vida, no hubiese permitido que entrase en casa una papeleta diferente a la del partido al que él votaba”.

Personas, que llevan flores al cementerio porque “mi madre me obligaba cada domingo a ir al cementerio”, aunque ni siquiera sepa quién está enterrado  en la tumba a la que sigue llevando las flores. Personas que no pueden elegir otra forma de creer en Dios, porque sus padres le inculcaron una forma de vivir la Fe devastadora.

Como decía al comienzo de este artículo en Mujeres Valientes, a esos mecanismos de actuación, a todas esas formas de proceder o de hacer las cosas, a todos esos hábitos que un día formaron parte de quienes somos, le debemos respeto y agradecimiento, porque gracias a ellos salimos adelante.

Ahora bien, lo que debemos valorar llegado el momento es, la utilidad de esos mecanismos en nuestro presente sobre todo, cuando queremos afrontar realidades pasadas y vemos que es continuar siendo de esa forma o actuando de tal manera, lo que nos provoca es más incomodidad o malestar que cualquier otra cosa.

 

¿Qué debemos hacer entonces?

 

Aceptación, agradecimiento y desarrollo de mecanismos útiles para la realidad que estamos viviendo aquí y ahora. Que no es más que comenzar a vivir nuestra vida a nuestra forma, eligiendo qué hacemos, cómo lo hacemos y comiéndonos la guinda del pastel que nos ha servido la vida, sin necesidad de cederla a costa de nosotros y de nosotras mismas.

 

Rocío Fernández
rfernandez.diaz87@gmail.com
No Comments

Post A Comment

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.