16 Sep Cixí, la concubina que dirigió todo un imperio
Han tenido que pasar 100 años para que se le reconociera a Cixí el papel que realmente ha jugado en la historia. De ser descrita como tirana y despiadada y conocida como “el viejo Buda” o “el Dragón mujer”, ha pasado a ser admirada como una persona inteligente, patriótica y de amplias miras y reconocida como la persona que creó la China moderna.
Nacida en 1835 en el seno de una familia de funcionarios, cuando cumple 16 años sus padres la envían a la Ciudad Prohibida con la esperanza de que se convierta en una de la concubinas del emperador Xianfeng.
De entre las sesenta candidatas, ella es una de las elegidas. En principio, es colocada en la sexta posición de la clasificación de esposas del Emperador, pero poco a poco va escalando puestos en la corte China. A ello contribuye su amistad con la emperatriz Zheng y, sobre todo, su maternidad, pues Cixí se convierte en la madre de Tongzhi, el único hijo varón del emperador.
Tras la muerte de su padre, el emperador Xiafeng, el pequeño Tongzhi, que solo tiene cinco años, se convierte en nuevo emperador y nombran a un Consejo Regente hasta que Tongzhi pueda hacerse con las riendas del imperio.
Las ideas conservadoras de los consejeros chocaban con las reformistas de Cixí, que busca el apoyo de la emperatriz Zheng y de los dos hermanos de Xiafeng para dar un golpe de Estado.
Cixi será la mujer que dirigirá los designios del imperio asiático
Desde entonces y durante casi cinco décadas, Cixí dirigirá los designios del imperio asiático, primero a la sombra de Tongzhi, después a la de su hijo adoptivo Guangxu y lo hace con mano firme a pesar de que el rígido protocolo chino prohibía gobernar a las mujeres y las colocaban en un rango inferior.
De hecho, presidía las audiencias tras un biombo, pues los ministros no debían verla y nunca pisó el recinto delantero de la Ciudad Prohibida, reservado solo al emperador.
El lema del gobierno de Cixí era hacer fuerte a China y para lograrlo no dudó en enfrentarse a Japón, a Occidente y a su hijo adoptivo, el emperador Guangxu, de quien hizo un prisionero en palacio tras enterarse de su implicación en un complot para terminar con su vida. A pesar de mantenerlo como prisionero, Cixí oculta la actuación de Guangxu para no comprometer a la dinastía.
Modernizar China para impulsar su economía y evitar la sumisión de Occidente, es el objetivo principal de Cixí, que consigue sus grandes reformas en los últimos años al frente del imperio.
Durante su mandato ordena quitar las vendas de los pies de las mujeres…Levanta la prohibición de los matrimonios entre los han y los manchues (las dos etnias principales de China)…Abre escuelas para niñas e institutos de educación superior para mujeres, unas mujeres que empiezan a aparecer en público…
Cixí crea una estructura legal totalmente nueva basada en los modelos occidentales
Una Armada y un ejército modernos, y nuevas formas de ejercer el comercio exterior y la diplomacia.
Durante su mandato llegan a China el ferrocarril, la electricidad , el teléfono, el telégrafo y la medicina occidental. Además, se abren los primeros teatros, los primeros cines, los primeros museos… Se da libertad de prensa y florecen periódicos y revistas.
Las últimas investigaciones históricas han restaurado el buen nombre de Cixí, que lleva la China medieval a la era moderna y quiere convertir la monarquía absolutista de la dinastía Qing en una monarquía constitucional, incluyendo el derecho al voto.
La emperatriz se compromete a que se redacte una constitución y se cree un gobierno al estilo de las democracias occidentales, pero ese proceso se paraliza tras la muerte de Cixí en noviembre de 1908.
Una Cixí que en su lecho de muerte decide que el sucesor en el trono sea su sobrino Puyí, el último emperador, cuya vida fue llevada al cine por Bernardo Bertolucci.
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