13 Ene Año nuevo para cumplir propósitos
Ya han sonado las doce campanadas, nos hemos comido las uvas y hemos brindado con cava por un nuevo año que esperamos sea bueno, venturoso, en el que se cumplan todos nuestros deseos pero que, sobre todo, sea tranquilo y sin sobresaltos.
Esos son los deseos de casi todas, pero lo cierto es que aún no ha terminado de dar en el reloj las doce del día treinta y uno de diciembre, cuando nos sentimos invadidas por una especie de desasosiego.
La sensación de que ha concluido nuestro ciclo vital de los trescientos sesenta y cinco días, de que hemos cerrado ese círculo y de que vamos abriendo otro se nos presenta como un salto al vacío a ciegas.
Solemos hacernos nuevos propósitos: que si vamos a volver a la academia de inglés en la que nos matriculamos en septiembre, que si vamos a perder los kilos que hemos cogido durante la Navidad, que si vamos a dejar de fumar, que si vamos a volver al gimnasio o en el caso de que no pueda ir nos bajaremos una aplicación de ejercicios exprés, que si… y así, y sumando “que si” podemos seguir confeccionando una lista infinita de buena voluntad por nuestra parte.
Pero esto no basta. Sólo tenemos que volver la vista atrás y fijarnos en los principios de todos los años anteriores para ver que son las mismas condiciones las que nos ponemos y las mismas que nunca cumplimos.
El resultado nos suele frustrar, pero eso es lo que tenemos que procurar que no nos ocurra, porque tampoco debemos exigirnos cosas que, a priori, sabemos que no vamos a cumplir.
Es fundamental que reflexionemos sobre lo que queremos realmente hacer y las metas que queremos conseguir. Tenemos que trazarnos objetivos reales y posibles ya que de esta forma y cuando constatemos que podemos alcanzarlos, podremos emprender otros más ambiciosos.
Tenemos que hacernos una lista con lo que nos estamos planteando. Trazar una “hoja de ruta” donde queden claras las cosas específicas que queremos conseguir. Divagar, pensar a lo grande y en generalidades sólo nos lleva a no conseguir lo que nos proponemos, y por lo tanto a encontrarnos en el mismo punto del que hemos partido con tanto ahínco e intención. Pero, eso sí, esta vez agotadas y sin ganas de hacer nada y lo que es peor, enfadadas con nosotras mismas o dándonos excusas que sabemos que no nos sirven para nada.
Es importante que busquemos una motivación, ya que esto nos va a dar la fuerza suficiente para realizar lo que, al fin y al cabo, es un sacrificio, una prueba de esfuerzo mental y un ejercicio de voluntad que nos vamos a poner a nosotras mismas.
Para ello tenemos que ir poco a poco. ¿Imagináis, por un momento, levantar cincuenta kilos de peso? ¿qué ocurriría? Con seguridad que no seríamos capaces de hacerlo; en cambio, si un día cargamos con cinco kilos, al siguiente con diez y poco a poco vamos sumando kilos, nuestro cuerpo llegará a estar preparado para afrontar este tipo de ejercicio físico. Esto es sólo un ejemplo para que seamos capaces de hacernos una idea de que hay que hacer un trabajo de fondo, a diario y sin prisas para al final lleguemos a culminar lo que nos habíamos propuesto.
Y ¿por qué no pedir ayudar? Tenemos y debemos hacerlo. Buscar apoyo en las personas más cercanas, ya sea pareja, familia o amigos para poder llegar al final del camino que te has trazado. Hay un refrán que dice que “si quieres llegar rápido ve sólo, pero si quieres llegar lejos, ve acompañado”, por eso es el momento de dejar que los te quieren participen contigo ya que lo que consigas lo podrás compartir también con ellos.
Y por supuesto que lo conseguirás, simplemente imagina el momento final. Visualiza cómo te sentirás cuando hayas levantado esos cincuenta kilos, cómo habrás llegado al final de la carrera de tu voluntad y entonces, sólo entonces sabrás que eres capaz de todo lo que te propongas.
¡Feliz año y a por los propósitos!
No Comments