Tranquila mamá, ya pasó

Nos llena a las madres ser faro y poder iluminar tramos de camino

 

Tranquila mamá, ya pasó.

 

No te vi rauda, apurada, angustiada, inquieta, preocupada, triste, dolida… no te vi sufriendo como ahora siento que lo hiciste.

Era niña lagartija, después jovencita soñadora y rebelde “come-mundos”, pasé a mujer independiente creadora sobrevolando proyectos  y aterricé en la pista en la que aún me encuentro y en la ya voy viendo que me quedo para siempre. Esa misma pista donde tú aterrizaste también un día y en la que nos hemos re-encontrado (si contamos con que yo consideraba haberme desligado de ti hace ya tiempo). A esta pista la corona un letrero que, en mayúsculas, versa: SER MADRE

Y aquí estamos las dos. Desde aquí es desde donde puedo sentir lo que sentías, cierto es que percibo y vivo todo lo positivo pero que ha sido lo menos agradable (no negativo, que todo nos aporta algo bueno)  lo que me ha hecho reflexionar acerca de lo poco consciente que fui de “por lo que estabas pasando”.

Cada mujer madre pasa por ello y en mis carnes late hoy, no es nada nuevo, lo sé. Es que llega el momento en que me veo apurada, inquieta, preocupada, triste… en aspectos relacionados con la crianza y educación de mis hijos y no quiero evitar empatizar contigo por los tiempos en que yo fui “tus hijos”.

Sé que no se acabará nunca, que aunque yo tenga a los míos tú seguirás alerta por mí (y además también por ellos). Nos llena a las madres ser faro y poder iluminar tramos de camino. Es reconfortante. Creo que seré faro durante el resto de mi vida. Y aquí llega la buena noticia: puedo asegurarte que ha pasado el peligro, que tomo el mando en la medida que a ti te pueda liberar, deseo mermar tu nivel de dolor, angustia y preocupación cogiendo el relevo en esta carrera de la vida y que  puedas iluminar nuestro paso a lo largo de esta pista de aterrizaje desde el disfrute y la satisfacción.

Me he escuchado, te he sentido, y puedo ahora decirte con la más honesta sonrisa: Tranquila Mamá. Ya pasó.

Aquellos madrugones para llevarnos a consulta de especialistas médicos a cien kilómetros de nuestra casa, los esfuerzos vitales y económicos para mantenernos sanas y atendidas (física y emocionalmente), los tirones en las manecillas del reloj para que las horas del día cundieran un poco más, los “sin vivires” en noches de sofá esperando el final de la juerga de juventud, temores ante nuevos y alocados proyectos, las mordeduras de lengua intentando no decir lo que creías que debería estar escuchando…  Ya pasó.

La pista con el letrero “SER ABUELA te mantiene en paralelo conmigo y me da seguridad. Desde ahí sé que  también estamos recibiendo tu luz. Y sabes bien a dónde dirigir el foco en cada caso.

 

Virginia García es una madre asturiana diplomada como “Maestra en Educación Infantil” por la Universidad de Oviedo y “Certificada como Educadora de Padres en Disciplina Positiva” por la Positive Discipline Association, además de estar certificada en la “Escuela de Padres” y como “Gerente de Centros Educativos”.

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