18 Ene Mujeres reales… Mujeres que relucen… Mujeres Valientes
Está una mujer pensando. En el abanico de posibles respuestas que como madre podría dar al hijo cuando lo recoja de su clase de inglés y le vuelva a repetir la pregunta de esta mañana, en el trozo de chocolate que le apetece comer, en lo que preparará para cenar, en cómo organizar la jornada y que le dé tiempo para el encuentro con sus amigas. En cuánto echa de menos a su padre, en los temas pendientes, en que ya es fecha de podar las plantas, en cómo relanzar su empresa, en qué regalar a la hija en su cumpleaños, en su dolor de espalda. Piensa.
Está una mujer escribiendo. Una lista de la compra, una página de su diario, una novela, una recomendación a un cliente. Una dirección a un anciano, un artículo que aporte a su blog. Una receta de cocina con la que quizá se vaya a atrever, un justificante de falta a clases para la hija enferma, el legado para los nietos. Escribe.
Mujeres reales… Mujeres que escriben
Está una mujer corriendo. Para mejorar su marca, para cambiar el ticket del parquímetro a tiempo, para atender una llamada de auxilio, para recoger lo que olvidó. Esta corriendo para conseguir pan antes del cierre, para evitar el tropiezo del bebé, para detener el programa de una lavadora que suena como si fuese a reventar, para que el hijo no espere solo a la puerta del colegio. Corre.
Mujeres reales… Mujeres que corren
Está una mujer hablando. Explicando porqué hoy la respuesta es no, pidiendo cuarto y mitad de jamón cocido “cortado fino, por favor”. Poniendo al día a su hermano de lo ocurrido el domingo, reclamando atención a su compañía telefónica, contando a su marido el último chiste que ha leído, pidiendo ayuda para terminar su labor. Recomendando un tratamiento a su paciente, describiendo su idea de corte de pelo a la estilista, saludando a esa antigua vecina, intentando que el psicólogo ponga orden a sus sentimientos, divulgando sobre ese tema que tanto la apasiona. Habla.
Mujeres reales… Mujeres que hablan
Está una mujer llorando. Porque no siente hambre y debe comer, porque tarda en recibir esa llamada, porque hoy no se soporta a sí misma, porque ese desastre natural afectó a muchas personas, porque los golpes en el dedo meñique del pie duelen, porque el diagnóstico médico es desfavorable. Llora.
Está una mujer llorando. Porque a veces recuerda que ya nunca más podrán tomar café y galletas juntas, porque, una vez más, le han dicho “no vales”, porque ya se cree que no vale, porque la soledad es muy dura, porque la efervescencia del hijo adolescente lanza puñales al alma, porque ve cerca dormir sin techo, porque ha recaído, porque encuentra las fuerzas que necesita para irse, porque le añora, porque está exhausta, porque empatiza con la protagonista. Llora.
Mujeres reales… Mujeres que lloran
Está una mujer reluciendo. Recoge el resultado de tanto esfuerzo, siente plenitud por haber ayudado, agradece la salud, valora la colaboración, disfruta la compañía. Siente conexiones emocionales sanas, se ve guapa, muy guapa hoy, ofrece apoyo desinteresado, recibe críticas constructivas, vive el presente, sueña el futuro, dibuja con más luz el pasado. Reluce.
Está una mujer reluciendo. saborea cada bocado, recibe cada aliento de quien la quiere, ama, ama y ama a todos a su alrededor. Hace el bien y no mira con quién, aporta descubrimiento, encuentra soluciones, favorece la comunicación, se reinventa, mantiene su hogar en armonía. Riega plantas y demás necesitados de agua, acaricia pelo y piel, calma, alivia almas ajenas, escucha relatos, valida sentimientos, capacita, acompaña sin marcar el rumbo, observa alrededor. Nota el calor del sol en sus manos, pedalea más lejos, aunque desafinado canta muy alto, aunque con la escoba baila, recuerda a unos y wasapea a otros. Reluce.
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