27 May Las etapas de un bebé… Una aventura inolvidable
Pequeño G cumple hoy 15 meses, 1 año y 3 meses, para entendernos mejor
A día de hoy creo que la etapa actual está siendo la más complicada hasta la fecha, desde que nació.
Así que planteándome la temática del post de este mes en Mujeres Valientes, se me ha ocurrido resumir estos 15 meses en las diferentes etapas que hemos pasado y lo mejor y peor de cada una de ellas.
0-3 meses: Las primeras semanas son caóticas, ya hablé de mi parto y postparto en post anteriores. Pero, aún contando a partir del primer mes, las llamadas “crisis de lactancia” siempre acechan y los que sufran cólicos de lactante estarán en pleno apogeo. Además, en esta primera etapa las madres nos quedamos a solas con el bebé tras la baja de paternidad.
LAS ETAPAS DE UN BEBÉ… CUESTIÓN DE PACIENCIA
3-6 meses: podría decirse que es una fase algo más estable, en la que nosotras estamos recuperadas, con la lactancia, artificial o materna, instaurada, y con la situación de madre ya asimilada. Además se supone que los cólicos acaban a los 3 meses y como hasta los 6 no hay que introducir la AC, está una más relajada.
Lo malo es quien está de baja maternal y es en este período cuando se acaban las 16 semanas y hay que volver a la rutina, que implica, además, la separación del bebé para llevarle a la escuela infantil o dejarlo con alguien.
En mi caso pude seguir con mi “enano”, pero tuve que introducirle la fruta a los 4 meses y medio porque estaba escaso de peso desde que nació. Sí, la obsesión por el peso es perenne cuando tienes un bebé.
En esta fase debería estabilizarse el sueño del bebé y la rutina debería estar establecida. Pero esto no es siempre de color de rosa. Pequeño G siempre se ha adaptado muy bien a todo, lo que le incordió bastante en estos meses fue el reflujo. El pobre estuvo tomando Ranitidina bastante tiempo porque le incomodaba mucho.
6-9 meses: Esta etapa es muy bonita y agradecida, porque nuestro retoño hace cada vez más monerías. Se ríe, interactúa, se queda sentado solito e incluso puede empezar a gatear.
Pero a los 6 meses llegó la alimentación complementaria, de la que también hablé en un post anterior. Con esta alimentación llegan las dudas sobre cuánto debe comer, cómo debe comerlo, qué hacer si no le gustan las verduras, o el pollo, o la fruta…
Muchos dilemas existenciales unidos a los temidos trozos. Al menos fueron temidos para mí, que tenía pánico a que se atragantase.
LAS ETAPAS DE UN BEBÉ DE UN AÑO… CUANDO LLEGAN LAS MONERÍAS
A esta edad ya sí que empiezan a desplazarse, bien gateando, bien reptando, y comenzando a sostenerse en pie sujetos a algo o alguien. Pero al menos siguen siendo “controlables”. A mí me salvó bastante colocar un parque cuna en el salón. Porque Pequeño G se convirtió en todo un reptil y cuando tenía que hacer algo que me impidiese controlarlo (véase ir al baño sola) lo metía en el parque y estaba tranquila.
Lo peor de esta etapa: los dientes. Hay niños que lo llevan mejor y otros peor. Pequeño G se hartaba de babear y morder todo desesperado, y a veces lloraba de dolor, así que en esos casos el Apiretal era el mejor aliado para que él pudiese calmarse.
9-12 meses: Estos meses empiezan a ser algo más movidos. A nivel motor, los bebés ya se desplazan con soltura a su manera, incluso algunos ya caminan.
Comienzan a tocar todo lo que pillan y a metérselo en la boca, lo cual supone un peligro considerable y hay que reorganizar la casa para evitar disgustos. Llegan los golpes, causados por la falta de equilibrio o el excesivo deseo aventurero y descubridor.
Aquí también se une el comenzar a introducir los alimentos en sólido (quien no lo haga desde los 6 meses). Esta tarea requiere muuuuuuuuuucha paciencia. Hay niños que aceptan mejor el sólido y otros que lo aceptan peor.
Pequeño G ha ido en modo montaña rusa con el tema sólidos. Empecé pronto a ofrecérselo aunque solo fuese para toquetear y lo probaba todo, daba igual el sabor, él sentía curiosidad. Cuando comenzó a comer el sólido divinamente llegaron las gastroenteritis varias, y con ellas el odio al sólido.
Así que vuelta a purés y a luchar ofreciendo sólido cada día aguantando que acabase “todito” en el suelo. Al principio me agobiaba mucho que de pronto comiese tan mal, pero me puse una coraza de paciencia y siempre de forma amable y cariñosa le ofrecía la comida, y si no la quería, le bajaba de la trona y al cabo de un rato volvía a probar.
LAS ETAPAS DE UN BEBÉ… CUANDO LLEGAN LOS SÓLIDOS
No quería que el momento de la comida se convirtiese en un mal rato así que, mientras comiese, me daba igual que fuese sólido, puré casero o potito comprado.
12-15 meses: llegados a los últimos 3 meses he de decir que, por ahora, esta está siendo la etapa más complicada desde que nació Pequeño G. El motivo principal ha sido el comenzar a caminar.
Mi enano fue muy precoz para reptar, gatear y trepar, pero no se lanzó a andar solito hasta los 14 meses (que es la edad normal en realidad).
La transición entre el trepar y gatear a andar es agotador, hay que tener mil ojos, comienza a sólo querer estar en el suelo, se engancha donde puede y se pega unas buenas piñas. Pero ilusa de mí, que pensaba que al soltarse a andar la cosa mejoraría. Pues no, porque ahora que ha descubierto su “independencia” ya no quiere estar en el carro más de 10 minutos, quiere caminar y caminar y caminar, a su pasito de tortuga, por donde sea.
Su objetivo en la vida es caminar y alcanzar todo lo que pille. Y esto me tiene “agotadita” perdida
Salir a tomar algo a un bar se convierte en misión imposible, porque Pequeño G solo quiere el suelo, los escalones y la carretera. Al final acaba una tan estresada que es mejor quedarse en casa.
Ahora es cuando valoro aquellos sitios que cuentan con una zona para niños, aunque agradecería que más cafeterías y bares dedicasen un rincón CERRADO para los peques. Si no es cerrado sigue siendo incontrolable el tema. Por cerramiento se agradece una barrerita tipo parque.
En el tema comida parece que remontamos con éxito, aunque no quiero decirlo muy alto. Ya recuperado de todos los viruses y descartada una posible celiaquía, Pequeño G vuelve a comer sólido.
Hay días que ni siquiera come puré ni a mediodía ni para merendar, y hay otros que combinamos ambas cosas porque no come lo suficiente en sólido. ¡Pero me parece todo un avance!.
En un día de desesperación busqué en internet sobre esta edad y las comidas y me topé con una tal “crisis del año”. Esta crisis consistía en un rechazo del sólido, una mayor “rebeldía” y una negación a irse a dormir. ¡Ajá! Resulta que Pequeño G al comenzar a caminar pasó de acostarse a las 20:30-21 a acostarse a las 22-22:30 incluso 23. Y esto con una lucha titánica para que se durmiese.
LAS ETAPAS DE UN BEBÉ… COMENZAR A CAMINAR O CÓMO SUBIR AL EVEREST SIN OXÍGENO
Mr F y yo estábamos desesperados. Acostumbrados a los buenos hábitos de sueño de nuestro retoño, nos parecía que de pronto nos lo habían cambiado. Pero por suerte fue cuestión de días. Según esta crisis, la nueva gran habilidad de caminar los tiene tan entusiasmados y excitados que solo quieren andar y andar, sin consentir otra cosa que no sea eso. Vale, momento crisis al parecer SUPERADO.
Peeeeeeeero, sigo estresada. Quedar para merendar con las otras mamis con sus retoños es toda una carrera de obstáculos. Y eso que descartamos la opción cafetería y optamos por la jardín comunitario de césped artificial donde los peligros y posibilidades de liarla de los peques se redujeran considerablemente.
Aún así, la tarde consistió en correr de acá para allá persiguiendo moquetes de 15 meses, quedando muy bonita la manta en el suelo con los dulces, pero fuimos incapaces de sentarnos a merendar.
Así que este deseo de actividad y de caminar es realmente agotador. Pero me consuela pensar que es algo pasajero, o eso espero y deseo.
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