23 Abr Educación democrática para cambiar el mundo
“MI HIJO DECIDIÓ SALTAR LA VALLA Y YO DECIDÍ CAMBIAR EL MUNDO”
Que era una oportunidad excepcional para practicar y modelar eso tanto divulgo, el respeto mutuo , el aprovechamiento de los errores como oportunidades de aprendizaje, crecimiento, fortalecimiento de vínculos y conexión emocional, enfoque en soluciones y, en definitiva, poner un granito de arena más hacia el cambio de paradigma educativo.
Estaba yo terminando una sesión a domicilio con unos padres cuando me entra una llamada, la veo aunque lo tenía en mute y pido permiso para atenderla porque veo un número infinito (de esos que sabes que son de hospital o de centro educativo…).
“Hola, buenos días”
“Buenos días ¿es usted la madre de…..?”
“Sí, dígame”
“Mire, soy el jefe de estudios del instituto y tengo que comunicarle que…”
Aquí empieza una descripción de los hechos que recuerda a investigación policial o capítulo de CSI Las Vegas: “Su hijo no está en el centro (…) ha salido de forma ilegal (…) le hemos identificado por las grabaciones de las cámaras de seguridad (…) etc.”
Todo real, todo cierto… ¡pero tan impactante cuando ESTO no te lo esperarías nunca de tu hijo! Bueno, el primer sentimiento es de fraude, me siento defraudada o engañada por mi hijo y es duro. No sé si realmente no me esperaba algo así de él o, simplemente, nunca me había planteado que tuviéramos que vivir algo así por primera vez.
Las que me leéis y ya lo habéis pasado una o mil veces lo veréis como una anécdota de madre novata en estos menesteres, las que me leéis y no os ha pasado (nunca o aún) entenderéis que el pecho te da un vuelco y en tres segundos repasas lo que va a pasar ahora (posiblemente, porque estás suponiendo a la vez que intentas mantenerte en calma, auto-controlada).
Llegaron pensamientos del tipo: “Madre mía, mi hijo escapándose las dos últimas horas de un viernes, arranca un expediente disciplinario, las consecuencias serán que le prohíben ir a Londres… que se van de viaje de estudios pasado mañana!!, en qué estamos fallando para que necesite hacer esto, cómo me presento yo esta tarde y mañana sábado para seguir con mis talleres con padres… si yo no estoy sabiendo hacerlo como él necesita, no sé cómo se lo tomará el padre, no sé qué decisiones tomará su hermano… y tengo que conducir una hora para llegar a casa y encontrarme con él. A ver qué hacemos…”
Y, antes de entrar en el segundo cuatro, y de una forma totalmente consciente, DECIDO QUE VOY A HACER LO QUE CREO MÁS COHERENTE Y RESPETUOSO, seguir siendo modelo de lo que defiendo: la educación democrática.
Lo primero AUTO-CUIDADO, necesito estar bien para poder cuidar a otros y CALMA porque debo estar auto-controlada para poder, además de cuidar, educar. Así que, al encenderse el chivato de la gasolina, tuve una gran idea. Parar en una estación de servicio que se presentó ante mí como oasis en un desierto. ¡Eureka! Llenar el depósito, vaciar la vejiga, beber agua para hidratarme, comer frutos secos y una chocolatina con avellanas (de chocolate “del bueno” que por lo caras que son no me las compro nunca). Como nueva. Serena y mirando buscar ya lo positivo de la situación. Si estamos bien hacemos las cosas mejor.
Ha salido del insti sin autorización, vamos, las pellas de toda la vida (que todos sabemos lo que son porque hemos pasado por ello, o por las ganas de hacerlo). No deja de ser algo que no debe hacer (por cumplimiento de normas impuestas, todo hay que decirlo) aunque lógico a su edad (esa edad en la que exiges libertad y te mantienen entre vallas, en que las hormonas te piden volar y las normas te cortan las alas), ha decidido pirarse de clase y ha tomado la decisión porque creía que era lo mejor que podía hacer en ese momento, no le debo juzgar, debo escucharle.
ESCUCHAR de forma activa resuelve malentendidos, evita suposiciones que tan peligrosas son, conecta a las personas y ayuda a que ese adolescente crezca entre adultos confiables lo que le hará desarrollarse de forma segura y empoderada, sintiéndose capaz.
EMPATIZO. Le tengo en cuenta y entiendo que yo también deseaba no tener clase los viernes a última hora… y menos aún con aquel profe que no soportaba.
ACEPTO absolutamente lo que el informe de jefatura nos traiga. He aceptado el reglamento de régimen interno del centro (aún sin haberlo leído, como casi todos) en el mismo momento en que hicimos la matriculación de este estudiante. Así que toca asumir las consecuencias de saltarse las normas. Aceptar es algo poderoso, muestra responsabilidad, entereza, capacidad de asumir un punto y desde ahí tirar para llegar al siguiente.
Él lo acepta absolutamente también. Sabe que hizo algo que no debía y asume las consecuencias de haberlo hecho igualmente. Se siente escuchado y está dispuesto a escuchar. No hay juicios de valor, hay descripción de lo sucedido, reflexión sobre las repercusiones, propuestas alternativas para futuras ocasiones…
Se mantienen la confianza y la conexión emocional a pesar de aquel vuelco en el pecho. No sale la madre histérica preocupada por el qué dirán, no sale el hijo rebelde apesadumbrado por el error que la madre histérica enfatiza. Salen la madre y el hijo, los mismos que hablaban ayer de otros temas, los mismos que mañana hablarán de los siguientes y el lunes de las nuevas noticias que les lleguen a ambos.
Estando conectados, dejando claro y visible el mensaje de amor que nos une, resolveremos en positivo
¿Creéis que no le deberíamos dejar ir a Londres? Lo sé, estamos muy acostumbrados a hacer pagar por el error y cuesta entender que no se penalice lo que ha hecho. Lo que ese viaje al extranjero le aportará no puedo yo ofrecérselo, y es su momento, su oportunidad, además de nuestro esfuerzo económico para que lo disfrute (no quisiera estar el resto de la vida acordándome de aquella cantidad de euros malgastados o perdidos y, quizá, echándoselo en cara desde el resentimiento. Definitivamente el cuadro sería otro muy diferente que no le aportaría nada bueno).
De veras confío en que mi hijo sea quién es, como lo demuestra dialogando del tema, arrepintiéndose y asumiendo las consecuencias, y que esas consecuencias junto a sus reflexiones, sean el mejor revulsivo para tomar la decisión más acertada la próxima vez.
Le estoy educando en auto-control, en no estar necesitando un control externo (normas, profes, castigos, policía…) para que pueda llegar a saber lo que está bien y lo que está mal. Estoy minimizando el conductismo que nos mantiene encasillados en un estilo educativo que peca de autoritario cuando el pecar de permisivismo ya nos hastía.
Estoy mostrando que hay formas de educar eficaces y capacitadoras que al mismo tiempo son amables y respetuosas, manteniendo la horizontalidad con él en cuanto al respeto y derecho a la dignidad. No necesito humillar, culpar, juzgar a mi hijo, no necesito generarle mayor sufrimiento que lo que en sí conlleva la situación.
Ante cualquier conflicto lo primero es mantener sana la relación, porque, desde ahí, después el conflicto se resolverá en positivo
Así que en esas estoy, desde que él decidió saltar la valla y yo decidí cambiar el mundo educativo, al menos en la parcela en la que yo puedo impactar. Decidí seguir amando a mi hijo como le amaba cuando estaba en la cuna o arrancó a caminar (de aquella también cometía errores y le apoyábamos dando aliento para que lo volviera a intentar).
¿Cuál será la próxima sorpresa que me depare la vida de ser madre? Impaciente espero a saberlo porque deseo volver a practicar ésto y sentirme de nuevo orgullosa de ser parte del cambio. ¿Os animáis a revisar vuestro estilo educativo, lo que os trae, lo que os aporta y lo que os quita, cómo impacta en vuestros hijos o alumnos que serán quiénes actúen el día de mañana con los siguientes?
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