25 May ¿Cuánta “basura emocional” le has pasado a tus hijos?
En este artículo no vengo a hablar de la basura orgánica o el reciclaje de vuestra casa, no. Aunque algo tan cotidiano como SACAR LA BASURA suele ser un reto familiar si no hay acuerdos previos de organización y sentido de colaboración.
Vengo a tratar sobre la “BASURA EMOCIONAL” de vuestro HOGAR.
Cada uno de nosotros al nacer porta una bolsa en la que ir almacenando su propia basura emocional, esa que no gestionamos y decidimos cargar. Por pura supervivencia, la Mamá, intenta pasar una parte de su carga al nuevo bebé, un hijo que llega “para ayudarla y aliviarla” de esa pesadez que genera su propia basura unida a la que decidió cargar de su marido y la que carga también de su propia madre desde que ella misma nació.
El intento suele funcionar y el nuevo miembro de la familia va llenando su bolsa,inconscientemente, con lo que le piden que cargue aparte de con sus propios desechos fruto de sus experiencias vitales.
Cuando de pronto surge un hijo que se para y dice: “NO. No voy a cargar con tu basura, cada quién deberá gestionar la suya” nos irrita, altera y provoca sentimientos varios: “Este es la oveja negra de la familia”, “Siempre dando la nota”, “Nos salió rana”, “Qué poco valora todo lo que hacemos por él”… pero también nos late uno de: “Qué valor tiene! Ojalá yo supiera también decir NO y seguir tranquila para no cargar con lo de los demás”
¿Quizá te sientes identificada, eras tú la oveja negra de tu hogar?
Ese hijo nos devuelve una imagen de nosotras mismas que hemos perdido en el transcurso de nuestra vida pero que aún está escondida en un rincón de las emociones. Lo que nos hace este hijo (o hicimos a nuestra madre) es poner límites con RESPETO MUTUO. Es quererse y cuidarse obligando a que los demás también lo hagan. Es ser uno mismo. Es dar ejemplo de auto-gestión. Es VIDA “al lado de” y no “a costa de”.
Si reflexionamos, todas podemos encontrar algo de lo que podíamos haber prescindido y que si no lo estuviéramos cargando “otro gallo nos cantaría”.
¿Qué ocurre cuando en un hogar uno de los hijos dice claramente: “Yo no estoy dispuesto a seguir con el negocio familiar, si mis hermanos lo quieren adelante, pero yo voy por otro camino”?
¡Alarma general! ¡Con el esfuerzo que han hecho siempre sus padres para dejarles ahí un “futuro” asegurado! ¡Es un desagradecido!… un ¿mal hijo? “Podría haber evitado dar este disgusto a sus padres”
….Uffff, vale, vale. Volvamos al principio.
Veo una relación entre el gesto de “sacar la basura” (“Jolín, siempre tengo que ir yo. Díselo a mi hermano”) y el gesto de “hijo, carga con mi basura que yo no tengo ganas ni fuerzas para gestionar emociones y además es que ni siquiera sabría hacerlo, nunca vi cómo se hace ni me enseñaron”.
Frena y piensa. Que tú quieras pasar una de tus bolsas a tu hijo es normal porque es lo que has visto hacer y lo has asumido. Tu madre te las pasó a ti y tu padre, al fallecer ella, te cargó también con las que tu madre le cargaba. No es poco señores y señoras, son muchas generaciones pasándonos fardos de emociones no gestionadas y ya pesan demasiado. Nuestros hijos y jóvenes, que vienen con nueva energía y con las ideas muy claras de lo que han venido a hacer aquí, nos paran y nos hacen enfrentarnos a nuestra “basura”, nos hacen espejo para que veamos la suciedad que empaña nuestro ser y de la que debemos deshacernos cuanto antes por el bien nuestro y de ellos.
“Hay que trabajar, la vida es dura y el pan no viene solo a la puerta”, “La entrada de casa tenla siempre impecable para dar buena imagen a las visitas”, “Las camisas de hombre se planchan con almidón y la raya no se marca”, “Los niños con el pelo bien corto están mejor”, “Los martes hay que visitar a la tía Manuela que está muy sola”, “La segadora se engrasa antes de guardarla siempre”, “Los trabajos de la escuela se guardan en el desván por si un día hacen falta”…
Frases que quizá oíste a tus padres alguna vez y que ellos oyeron a los suyos pero que TÚ NO NECESITAS COPIAR, tú puedes y debes escucharlas, reflexionar sobre ellas y, según tus inquietudes y necesidades, aplicarlas o NO. Esas y muchas otras son bolsas de “basura emocional”.
Si el caso es que, por seguir con las directrices de tus padres y ser una hija ejemplar (es que les hace tan felices ver que alguien sigue el camino que ellos marcaron…) tu vida es un caos, tu familia muestra quejas de falta de atención y tú misma te quejas de “no tener tiempo, no tener vida, estar estresada, perder de realizar sueños…” es otro caso claro de estar “cargando con las bolsas que tus padres no gestionaron, emociones y decisiones a las que decidieron no enfrentarse y te las pasan para que se lo resuelvas tú”.
Si eres esclava de atender necesidades de tus hijos adolescentes o adultos que ya deberían atender por si mismos… Estas cargando con más bolsas que te van dando y tú aceptas con gusto: “Mamá, aquí te dejo otro kilo de mi basurita. Llévamela porfa”.
Hasta que tus cervicales, tus lumbares, tus rodillas y TU MENTE dan al botón de alarma y dicen: “¡Hasta aquí! ¡Ya no podemos cargar con más!”
¿Cómo estás tú? ¿Puedes con todo?
¿Te vendría bien devolver algunas bolsas a sus dueños antes de que sea tarde? ¡Por supuesto! y creo que debes hacerlo en cuanto estés dispuesta. Debes estar preparada para ver caras disgustadas porque se sentirán defraudados y te harán sentir “mala esposa/madre/hija/amiga… mala persona”
Se les pasará. Tiempo al tiempo. Mientras tú vayas recuperando tu YO y tus fortalezas e ilusiones ellos irán también haciéndose más fuertes y capaces. Más independientes. Y llegará el momento en que cada uno, desde su lugar, con sus propias raíces, vuelva a acercarse para seguir VIVIENDO juntos, haciendo turnos para sacar la basura de casa y reuniones para ayudarse unos a otros a gestionar la BASURA EMOCIONAL de hogar y familia.
Devolver a cada uno su bolsa de basura, aunque suene feo y raro, es el MEJOR REGALO QUE SE PUEDE HACER.
De pronto la “oveja negra” se convierte en la “manzana sana que ayuda a sanar el árbol”.
Y tú, ¿Cuánta “basura” le has pasado a tu hijo?
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